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BLANCO Y NEGRO MADRID 22-09-1935 página 95
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BLANCO Y NEGRO MADRID 22-09-1935 página 95

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Levi, rico, sin poder gastar el millón de dólares ni tampfoco acrecentarle, se dio entonces a la indolencia. No podía humanamente haber equilibrio de trabajo existiendo un desequilibrio de dinero. Comenzóla pensar que si se moría en la isla, elniillón sería para Mallar, si éste le sobrevivía. Lógficamente, era tonto segruir trabajando igual que él. Tiempo habría en todo caso, cuando se le terminara el dinero. Mientras tanto, bueno era explotar la ambición de su compañero allí donde los billetes de mil dólares no servían para nada. Y comenzó a contratar el trabajo de Maller. Nuevamente los billetes del maletín fueron pasando a poder de Jeremías hasta el último. Ya me he quedado pobre, Maller. Ahora volveremos a tratoajar los dos. -No. Ahora trabajarás tú y yo te pagaré. De ningún modo, Maller. Creo que no podría resistirlo. Me moriría y mi dinero sería para ti. Una semana pasaron los dos náufragos meditando y mirándose con mayor o l! o aún que de ordinario, pues holgado es decir que se aborrecían con todas las fuerzas de sus sentidos, obligados a convivir en aquel aislamiento absoluto, y con un millón de dólares, cambiando continuamente de dueño entre las mayores codicias. Más de una vez uno y otro pensó en el homicidio; pero les contuvo en el criminal propósito el temor al castigo; porque para un judío i qué mayor suplicio que no tener con quien hablar y discutir, ni con quien vender y comprar? Un día, con alegría que les puso al borde de la locura, vieron acercarse un falucho. Le tripulaban unos desnudistas alemanes, en busca de una isla para hacer vida paradisíaca. A cambio de que les dejasen libre aquel territorio, del que se proclamó emperatriz una de las Evas, los desnudistas cedieron a los israelitas el faludio, dotado de un motorcito, y les indicaron la ruta a seguir para. reintegrarse al mundo. Ya en alta mar, de. spués de hal er dado gracias a Jehová, Levi dijo: -Hermano Maller, tengo que pedirte un gran favor. -Tú dirás, Levi. -Necesito que me prestes el miílón de dólares. -No sueñes tal cosa, Levi. Me pertenece dos veces. Primero porque le gané vend iéndcte alimentos que podía haber reservado para mí solo, y después, porque me lo diste en pago a mi trabajo. -No quiero discutir la legalidad de la posesión. Le necesito para devolverle al Trust Alimenticio. ¿Has enlocjuecido, Levi? No, Maller. Me es forzoso devolver el dinero que se me confió en custodia. Te daré un buen interés, y como garantía, mis almacenes, mis casas... -Basta, Levi. Te lo daré en cuanto podamos formalizar una escritura. Tu rasgo de honradez me conmueve. Poca s semanas después de restablecidos en la vida civilizada, Levi visitaba a Maller. -Vengo a devolverte el millón. -Aún estoy asombrado de tu rasgo, Levi. ¿Cómo es posible que después de las penalidades pasa Ias hayas endido tus bienes para reintegrar el millón? -Te diré la verdad, Maller. Devolviéndolo, he ganado otro millón y ciento noventa y ocho mi! dólares, más la consideración general. -i Cómo es posible, Levi? ¿No recuerdas que ei Trust Alimenticio me tenía asignada una dieta de quinientos dólares? Cuenta los días de los once años que hemos pasado en la isla, los que llevábamos de travesía y los que tardamos en regresar... Mi abogado no necesitó llegar a presentar la demanda... -Eres listo, Levi. No lias perdido el tiempo que pasamos en aquella soledad. -Ni tu tampoco, Maller. Has ganado un, millón. Mi millón Más, Levi, más. Voy a casarme con la viuda de Jeremías Maller, que es muy rica. ¿Con tu propia viuda? Con la de Maller, que tenía a, segurada la vida en quinientos mil dólares. ¡Oh, eres muy listo, Maller! -No tanto como tú, Levi. Antonio Ternández Lepina. (DIBUJO DK COBOS)

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