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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-09-1935 página 73
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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-09-1935 página 73

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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C ANSADO ya de buscar en balde el fabuloso tesoro de Rasuríñahí por todas las montañas del Alto Perú, Carvajal, el gran aventurero español, decidió descender con sus gentes hacia el litoraL La penosa excursión, que había durado cerca de un ano a través de selvas vírgenes y quebrados desfiladeros, en lucha perenne con hombres y fieras, consumió las energías de esta agrupación del aventureros, hombres ignorantes y ambiciosos, perseguidores de fortunas cautelosamente escondidas por los Incas. Pero más que las penalidades sufridas, más que las tortoras pasadas, les aguijoneaba, la idea de lo que quedaba allá atrás, la punzadora certidumbre de que en uno de aquellos desfiladeros quedaba intacto el tesoro ambicionado. Y sus ojos -ojos de codicia y hambre- se volvían hacia la arisca, montaña, fiel guardadora del secreto, virgen invulnerable a toda violación. Cerca ya de la costa. Carvajal aceptó la hospitalidad que le brindara Apú, eJ jefe de una tribu indígena, para pasar la noche. Comió de su comida, bebió en su propio cuenco, y más tarde, bajo el fulgor de las estrellas, se solazó con sus cantos, con sus bailes y con la palabra profunda del venerable indio, que otra vez volaba en alas de la áurea leyenda. Apú, sentado en cuclillas en medio del semicírculo formado por los españoles, empezó así: -Oíd, noble guerrero, y vosotros todos, hombres blancos, la historia de la Huasca la gran cadena de oro de setecientos pies de latgo y eslabones como muñecas de hombre fornido, que dio nombre a uno de nuestros poderosos emperadores antes de que vosotros vinierais del otro lado del mar en vuestras naves. Oid: Allá, en el segundo reinado de aqud invencible príncipe. Hijo del Sol, qm se llamó Huajma Capac, las calles de nuestra sagrada ciudad del Cuzco aparecieron un día floridas. Como torrentes desatados descendían del vecino cerro de Sacsahuamán miles y miles de subditos, indios hermanos nuestros, para congregarse en la gran plaza de Hucaypata, frente al palacio imperiat. Llegaron desde todas las lejanas provincias nuestros curacas ataviados con sus más ricos trajes de colores, tocados con vistosos plumajes y adornos de o r o de los campamentos, los guerreros con sus afiladas lanzas de punta de metal; de los lejanos templos, los sacerdotes con toda su pompa ornamental. Y todos juntos, pueblo y nobles, entonaron d himno sacro que él más famoso haravec de la corte ha compuesto. ¿Sabéis, hombres blancos, la causa de está alegría? La bella hermana y esposa de Huayna Capac, la Coya Rava Oello, acate, de darle un hijo, el primogénito, d que continuará la estirpe de los Hijos del SoL Y para estar presente a su natalicio, Huayna Capac ha dejado abandonadas las conquistas del Norte, la guerra emprendida para someter las bárbaras tribus de los Cañarís, los Purrupeas, los Quitus, los Ci yambis, todos aquellos que habían resistído el empuje dominador de su divino padre, el poderoso emperador Inca Túpac Yupanqni. El primogénito, recién nacido, va a ser mostrado por primera vez al pueblo. Y al amanecer del tercer día se abren las puertas del palacio en medio de una gran solemnidad. Vienen en primer logar cuatrocientos hombres llevando estandartes y trofeos; les siguen los tocadores de quenas bocinas y tambores; los ricos curacas portando en sus manos presentes de oro y plata; los guerreros, con pieles y armas diversas; los sacerdotes, entre nubes de incienso y esencias raras; las vírgenes sagradas del Templo del Sol, y, por último, el divino Huayna Capac con su primc émtó, llevado a hombros en un trono de oro macizo. Asciende por las gradas de un alto solio elevado en el centro de la plaza, le toma en sus manos y, mostrándc al pueblo arrodillado, exclama: Ved aquí al nuevo Hijo del Sol, vuestro futuro emperador, a quien desde hoy llamaréis Inti Cusi Kuallpa. (Es decir, Sol de Alegría. Y de todos los ámbitos de la plaza surge un clamor prolongado, resuena el himno sacro y mil brazos se tienden hacia el cielo: ¡Sciry! jSciry? (jSeñor! ¡Señor! Empieza después el baile de la huasca de la cadena humana formada por cuatrocientos nobles. ¿Sabéis, oh, blancos, CMHO es? El primero de la fila cruza la mano con el tercero; cl segundo, con el cuarto, y así hasta rodear el solio del emperador. Dos pasos adelante, dos pasos atrás, rítmicamente, al son de las quemas Esta es la sagrada danza que fué bailada por imestros antepagados en el principio de los tiempos. P e r o Huayna Capac no está satisfecho. Medita y proyecta aígo grandioso para la ceremonia que vendrá dos años después: la

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