BLANCO Y NEGRO MADRID 08-09-1935 página 23

Y oíanilo iba a contestarle que i) or la emoción, ino encuentro que me estaba registrantlo sin pizca le miramiento. todos... yo no pude hacerlo. Las manos... las apreturas... ¡No sigas, que te comprendo! -Yo g- ritaba: ¡Viva Lope! ¡Vtva el mostru- o! ¡Viva el genio! Pero en esto un conocido- ue es de la poli por cierto- -me se- acerca y me ipregunta: ¿Por qué no aplaude el moreno? Y cuando iba a contestarle que por la emoción, me encuentro que me estaba registrando sin pizca de miramiento. ¡Mtá no buscara una arqueta flue se ha ccháo mucho de menosi- -i Puede! ¿Y al fin, que halló el homb -Tres relojes, un llavero, seis iplumas estilc ráticas y algo más que no recuerdo. ¡Se explica! Tú, entusiasmáo con lo que allí estabas viendo, ni siquiera te enteraste que los cambiabas de dueño. -Tú lo. has dicho. Pero no hay jueces que comprendan eso y aquí nic tienes, amigo, con un camastro por lecho y... dices bien... el estisma que imprime este alojamiento. i Y eso es justicia? ¡Narices! ¿Y es eso cultura? ¡Un cuerno! ¡Aquí no hay arte, ni espíritu, ni vergüenza, ni gobiernos! -i Tiés razón; pero no grites! -i Si no lo digo, reviento! Leandro Blanco. (POTOS V, MURU)