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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-08-1935 página 230
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-08-1935 página 230

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página230
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un velo n rro muy largo, lo extendió... y el día quedó convertido en noche, y los gaar dias se extraviaron. ¿Qué ha pasado, Agustínete? ¿N o era de día y con sol? -Sí, hermanita, pero ahora es de noche. ¿T ú qué hadas citando se ha qtredado obscuro? ¿Yo... Rezar a la Virgen y al Ángel de la Guarda. -iPues la Virgen y el Ángel de la Guarda han hecho un milagro por nosotros. Fué ana nodie corta, muy corta; duró tan sólo el tiempo de hacer que los guardias S 5 perdieran; una vez conseguido esto, extendió el hada su velo dorado j brilló de nuevo el sol. Los hennanitos siguieron caminando. ¿Sabes que está muy lejos América, Tineíe? ¡Claro que muy lejos! Y además nos tenemos que embarcar y todo. ¿Sin dinero? -Sin dinero; buscaremos a un capitán de barco que sea bueno, le contaremos lo que nos pasa y verás cómo nos lleva. Otra vez se distinguieron cercanos los brillantes tricornios de los civiles. Venían muchos, muchos... Lolita y Agustineté se cogieron de Ta mano y comenzaron a temblar... Y el hada extendió su velo gris y se nubló en la tierra; las nubes ocultaron él sol. dejaron caer un fuerte aguacero, y los niños, al otro lado del velo, en el cual n o llovía, se sintieron transportados por los aires. Cuando todo quedó en calma, volvió el sol a lucir y los niños se encontraron a la orilla del mar y cerca de un gran navio, al que subía mucha gente. Ellos subieron también: ¿A dónde vais vosotros, rapazuelos? -lÁ Anrérica, a buscar a papá y a mamá, que están ailí... -Pues aquí no podemos llevaros. ¿No va a América este barco? -cSí que va a América el barco, pero vosotros, no; a tierra. Y hubieron de bajarse con la cara más triste que nunca. Pero al momento extendió el hada su velo color de rosa, en el que envolvió a los pequeños, que ottfa vez se sintieron transportados por los aires, en una nube de color de rosa. Los tripulantes del barco la miraban y decían: Mañana habrá viento Pero no le había, y la nube color de rosa seguía día y noche el mismo rumbo que la embarcación. Llegó a América el barco y llegó a Atñérica la nube. Y un día en que los padi s de Lolita y Agustínete estaban paseando por el campo, vieron descender del cielo, suave y lentamente, un tul dé color de rosa, en el que venían envueltos sus hijitos... Aurelia liamos.

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