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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-08-1935 página 229
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-08-1935 página 229

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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íí -3 -T a papá también; i menudo abrazo voy a darles! A y, hertnanito mío, qué alejaría me das! ¿Cuándo nos iremos? Mañana mismo en cnanto amanezca; antes de que los viejos se despierten. Y al día siguiente, al amanecer, may cogidos de la mano, marcharon los hermanitos sin dirección fija, pre. 8: nntando a todos los que encontraban por dónde se marchaba a America, Y claro, dos niños pequeños que marchan solos por el campo y que pregruntan por el camino de América, habían de llamar forzosamente la atención, y cuando los gritos y las lamentaciones de los hipócritas viejos dieron cuenta de la escapatoria de los pequeños, mucha gente señaló el camino por donde marchaban. Mucho habían caminado ya, porque salieron muy temprano, pero cuando más descuidados estaban, vieron acercarse a unos guardias civiles. Oye, LoHta: yo no quiero asustarte, pero... ¿Pero qaé... -Que aquellos guardias civiles que vienen por allá deben venir por nosotros. -Pero si nosotros no somos gitanos... -En esta ocasión, algo peor. ¿Peor que gitanos, Gustinete? Peor que gitanos, s í somos dos niños que Se han escapado de su casa. -Pero si vamos en busca de papá y mamá... -No nos creerán, aunque lo digamos. -Oye, ya están muy cerca; ¿qué hacemos? -Si nos subiéramos a tm árbol... -tLos árboles están muy altos, Gustinete, y nosotros no llegamos a dios. -Escondámonos tras estos matorrales. -Escondámonos, pero creo que nos verán; mí traje rojo sobre todo se ve mucho. Se escondieron, ett- efecto, pero tan mal escondidos, que el traje rojo de Lolita y las piernas de Agustinete quedaron al descubierto. Y entonces d bada de los siete velos, que los seguía de cerca, extendió sobre ellos su velo verde, y todo quedó convertido en campiña. -No nos han visto. -Na, mareihemos por otro camino. -Pero, bermanito mío, no podemos marciiar así por tm camino cualquiera; necesitamos ir por eí que nos lleve a América. Mira, Lolita; sí preguntamos a la gente, la gente nos volverá a casa o nos entregaría a los guardias; Dios ya sabe que es a América a donde necesitamos i r nosotros caminemos, que El nos guiará- y siguieron caminando. No eran torpes los guardias que les perseguían, y cuando hubieron recorrido un gran trecho sin encontrar rastro de los niños, volvieron atrás y se dirigieron par tm sendero extraviado, yendo a salir enfrente de los pequeños fnsptivos. Estos quedaron sin movimiento; esta vez no tenían escape. ¿No... ¿Y para qaé estaba allí el hada de los siete velos acoiwpañándoks? Sacó x: X

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