BLANCO Y NEGRO MADRID 25-08-1935 página 83

T 3 X- ííl? í- r jr rH i. H H! 7 ÍiH VISTA. P E s e v i U I E I BI. OtJADAI UIVIR EN I ÉPOCA BE LOPE. sa dona Juana de Guardo, de la cómica Micaela de Lujan y de Marta de Nevares) V como fimal, la escandalosa fuga de Antoñica, el tierno capullo, consuelo del poeta, ccn el donjuanesco cortesano- -y además casado- -D. iCristóbal Tenorio. Pues todavía, sobre estas aflicciones, harto udas ya una tribulación mayor laceraba, día por día, su corazón de creyente, desde que en 1614 abrazó el estado eclesiástico, hasta que veintiún años más tarde dejaba de existir, como si la Providencia hubiese querido infligir este casHgo a sus grandes culpas. Fué su tormento la contemplación de su propia conducta, que, como cristiano fervoroso y consciente de toda la fealdad de su pecado, había de considerarse a sí mismo como un ser despreciable e incorregible, a pesar de sus constantes propósitos de arrepentimiento y de enmienda. Dtebió de ser terrible la lucha entablada en su espíritu, entre el deseó de abandonar tal estado de abyección y aquella otra fuerza que atenazaba y esclavizaba; su carne. I Cuántas angustias, cuántos desfalleciiípen- tos, y cuántos insomnios le haría sufrir aquella rebeldía que era incapaz de domeñar! Este drama íntimo acibaró su ser, y ello se trasluce claramente en muchas de sus composiciones de carácter rdigjoso, y más especialmente en sus famosos Soliloquios de un alma a Dios; pero donde encuentra una expresión más sentida y más profunda es en el inspiradísimo soneto, titulado Temores en el favor. Ponga él remate a este trabajo. Caaibdo en mis manoÉ, R e r eterno, os miro, y la Cándida, víctima levanto, de mi atrevida Indifrnidad mé espanto, y la piedad de viiestro pecho admiro. Tal vez el alma con temor, retiro, tal vez la doy al amoroso llanto; que, arrepentido de ofenderos tanto, con ansias ten: 0 y con dolor susinro. Volved los ojos a mirarme humanos, ciue por las sendas de mi error siniestras ii e despeñaron pensamientos vanos. No sean tantas las miserias nuestras que a quien os tuvo en sus indignas manos vos le dejéis de las divinas vuestras. A J (amtrz Tomé. (REPBOPüCCIONfiS ÍM V. ITOKO)