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BLANCO Y NEGRO MADRID 11-08-1935 página 130
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BLANCO Y NEGRO MADRID 11-08-1935 página 130

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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UL IIECCION D B C A N T O TTNIOOATPrOMATA DB BOBERTO H O O M N QUK HA lArEQADO HASTA NUBSTBOS DÍAS. Su vida, accidentada y múltiple, abuntfó en motivos de excelenóa. Por lo ue al teatro se refiere, la boga que hoy han alcanzado, y dé la que viven y medran los espectáculos de autómatas y marionrfas, convierte en justicia el recuerdo de este preqarsor afortunado- En este aspecto. RcAerto Hoodin tiene bien merecida la exakación de wn ditirambo, Fué éH, en efecto, quien resucitó la invención, de los autónratos y quien, en realidad, la aupó al grado máximo d d acierto con Jos que inventó y constiuyó para deíeite y pa snto deí pueWo de París. Prestidigitador e ilusionista de cierto renombre. Roberto Houdin, que en su juven tnd había sido mecánico ráojero, se aplicó en la invertción de muñecos autómatas que sirvieran aü público, con la tan urdida mecánica de su facecias, espectáculos sencillos y divertidos. Y llegó en estos inventas al logro de verdaderas maravillas, a la perfección de cAras sorprendentes. Sus atitómatas produjeron la admiración de Parfe, y hoy día d único que ha llegado, intacto y completo, hasta nosotras: La lección, de canto- demuestra, con, suasoria evidencia, la iperfección a que había llegado Houdin en esta forma de invenciones. No le cuadraría, sin emljargo, a pesar de sus méritos reüevañtes, na otorgación de primacía. La invención y el arte de los autómatas datan de mudio m á s lejos. Sin caer en f a d o s o pecado de pedantería, será quizá oportuno recordar que ni siquiera tal preminencia puede serle otorgada al maravilloso y proteico Leonardo de Vinci, mecánico diKaJ por su famoso león autómaita, exhibido en ocasión de la vis a de Luis X I I a Florencia. Yá antes qiie él, mucho antes que ü, dos siglos antes de la Era Cristiana, en Alejandría y en Bizancio se tuvieron 1 K primeros, indicios y vestigios, del siglo XVI proviene la inveneí Mi, por decirlo así, de los relojes en los que los muñecos autómatas cantan las horas, de los cuales es quizá el más famoso d de la Catedrjj de Salzburgo. Si durante sigJo xvir no adquirió gran incremento esta ii feniosa invención constructiva de autcmatas- -no olvidemos, no obstante, la máquina calculadora de Pascal, primer intento del cerebro mecánico- en ej xviir aícañzó grandísima boga, logrando, en reiterados y sorprendentes esfuerzos, perfección pasmosa y env. idiaWeComo dice tm cronista, fué el tiempo de las caurczas de juguetes con resorte, de los pájaros cantores encerrados en jauJas de oro, de los bib lots curiosos para diver-

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