BLANCO Y NEGRO MADRID 04-08-1935 página 89
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página89
- Fecha de publicación04/08/1935
- ID0005180512
Ver también:
c; i. ií; íta do la vida suya, eslabonada a la- gioria del del cariüÓT! ¡jue marido. clavó sus noA la entrada, en el tas de cristal en e! siángulo de la derecha, lencio de la estancia, una estatúa en márel reloj dejó oír paumol blanco, esbeltísisado cuatro campanama figura de mujer das. A su son, Tort sa atlok scente, e n v u e l t a se aró la vista del lien leve túnica que al brea en (jue leía, lo ceritmo de la marcha rró, abandonando seplegaba y elevaba el gtiidamente el s i ll. ón viento, al igual que los donde reposaba junto rizos de la corta cabeal ventanal. Cruzó el llera, la recordaba los saloncjto con a n d a r tardo en dirección hacia Ja p uerta, y al pa- tiempos más felices. Primavera era el prisar, el espejo jue de arriba a abajo cubría mer modo un poco preciosista del escultor; éste la pensión a uno de los iliuecos de la pared, le proyectó le proporcionó a allí habían pasado, Roma. entre por completo su imagen precisa, clara. Ante Recién ycasados, ruinas esplendores de la antigüedad cláella se detuvo contemplándola largo rato en sica, la luna de miel. En el centro, soberbia, gesto de inmensa melancolía. ¿Qué tenía de laborada a golpe de cincel, se destacaba en común la Teresa pálida adelgazada, de cara piedra azulosa del Colmenar la creación que en la que las lágrimas dejaron indelebles había dado a conocer por el mundo el nomsurcos, con la radiante de tres años atrás? bre del marido. En ella, el artista, vuelta la Sólo IDS ojos magiiííficos, aterciopelados, espalda al clasicismo, se enfrentaba valienoscuros como noche, y la revuelta cabellera te con la síntesis hierática oriental. Madre negra, cuj os rizos al presente coftienzaban de Rasa, fuerte y potente, fué el punto de a blanquear, plateados hilos. Sonrió amarga- partida para el logro de la gloria, de la mente reanudando la interrumpida marcha. prosperidad económica, que coincidió con el Del ía descendió al jardín. La tarde, bien nacimiento del hijo. Fué el chalet edificado entrado marzo, era en exceso soleada y cá- en el alto del Hipódromo el descanso de la lida. Aque! año en Madrid, la primavera vida un poco incierta de bohemia distinhabía anticipado su venida. Los árboles se guida. Días de dicha en la alegría del trahallaban completamente revestidos de rosa- bajo, compartidos en perfecta comunidad de das flores, en tanto los lilos, mostraban la ideales y en el goce de la maternidad. pompa de su coloración suave en armonioHacia el fondo, en gran tamaño, hallábaso acorde con la blancura de los espinos que a manera de valla, circundaban el cha- se la maqueta del monumento a la Quinta let. Cerró los ojos deslumbrada por la lu- sinfonía, levantado en Bonn cuando el cenminosidad del ambiente. A la izquierda de tenario de la muerte de Beethoven. Ya estala plazoleta central, tomó un sendero que la ba lograda en él la máxima expresión en condujo a los pocos minutos a un pabellón la forma más simple. Ante una puerta herhojas aislado, de única planta. Había sido éste mética, de dos mujer y en bronce, el Destino, figura de de velado rostro, entaller de su marido y estudio, hoy conver- vuelta en ceñidos paños, llama con mano tido en museo ún camente. Hizo girar la fina, segura, irrevocable. A su vista, Teresa llave de la cerrada puerta central y en el sintió oprimido hasta la angustia el coravestíbulo tapizado de damasco rojo reposó zón. Con pasmosa lucidez volvió a vivir ínbreves instantes. Con mano trémula levantó tegramente sus. desdichas. A la vuelta de los pesados cortinajes que le separaban del Bonn, después de la inauguración del monuvasto salón y entró en él de puntillas. Sa- mento, al que inseparables acudiera el mabiamente colocadas estaban allí las obras y trimonio, detuviéronse en París una pequeproyectos principales que hicieron famoso al ña temporada. En fiesta dada en honor suyo, escultor Pablo Gereda. Marcaban las magni- conocieron a ella la celebrada danesa ficas esculturas diferentes fases por que ha- cantante de lieders, que hasta gorgojeaba bía atravesado el artista en su evolución para hablar. Rubia, rosada hasta lo inverohasta alcanzar el personal estilo. Pero para símil, con extraños ojos de un azul violaTeresa representaban, además, los capítulos do que al mirar prometían todos los ensueKAS la T