BLANCO Y NEGRO MADRID 04-08-1935 página 81

aventan la parva, y los chorros de grano forman el rico montón, mientras vuela la paja componiendo, no lejos, una blanda sábana mullida. Y todavía, aun paira más limpieza d d grano, el ahecliador mueve y remueve ei trigo en la zaranda, cribándolo con t o d a pulcritud. 1 j Ui CARRETA IWTAIÍDO 1 A. VB 1 a las trojes, en espera a que el comercio ponga precio al fruto del sudor humano. Ninguna otra angustia, ni ningu ¡ia otra mayor pesadumbre fueron tan propicias a hacer brotar el sudor de las frentes abatidas, como éstas que nacieron al calor del sol sobre las tierras calcinadas y los aires encendidos y secos. Y por eso no deberían tener precio, de tan incalculable, estos frutos que Dios bendice, tan apetitosos cuando se hacen pan y tan santos cuándo hostias. Poco tarda la tarde en el recreo de la humilde gente de la era. Unos tragos del fresco vino, unas coplas de los mozos y un sobrio yantar, y ya se hizo la noche, venida en bVazos de las sonií ras y del sosiego. Se hace más dulce la calma y el frescor más regalado. Los labriegos, tendidos sobre la paja muelle, miran al cielo florecido de estrellas. Aquí la 0 s a Mayor, allí Venus, más allá Andrómeda, más acá P jaso, todos familiares a los ojos de los pobres campesinos, amigos del cielo y de la noche. Y entretanto, el viejo cuco, canta que te canta, en el cercano olivar que miente monstruos fantasmas. iJVIas luego los ojos cansados se rinden al sueño, alivio y consuelo de la fatiga. Y en todos los pechos hay como un resurgir de gozo, de amor hacia la dulce noche protectora. J. Muñoz San J omán. (FOTOS DEI. MISMO)