BLANCO Y NEGRO MADRID 04-08-1935 página 73

ffi- RODA- m- tt A ropa sucia se lava en casa. Así lo aconsejaba un antiguo refrán castellano, y así lo practicaban nuestras remotas abuelas. Era mucha y muy pesada tarea la del lavado de rcpa blanca. Como que, en las casas pudientes, sólo se efectuaba una o dos veces al año, aprovechando para ello los meses más calurosos. En anchos y hondos arcenes, alineados en los desvanes, se- iban a: cumulándo, debidamente clasificadas, las prendas de uso interior y las piezas grandes íie lencería, manteles, sábanas, colchas y cortinas. Los días anteriores a los señalados para la L faena se empleaban en operaciones preliminares de preparación de la clarilla, o sea de la lejía obtenida haciendo pasar agua hirviente sobre ceniza de leña o de carbón vegetal. El recipiente de la ceniza, que al propio tiempo servía de filtro, era una canasta de mimbres llamada clarillero. Y era también elemento principal de las operaciones el cernadero o lienzo basto que se ponía en el cesto o colador sobre toda la ropa, para que pasase a ésta sólo el agua y se detuviese la cernada, masa resultante de la ceniza no disuelta. No menos de una semana solía dedicarse al lavado, que comprendía dos enjabonados, dos aclarados, la colada o paso por la lejía y el aclarado final, con más el estrujado o retorcido indispensable para la lie-