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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-07-1935 página 185
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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-07-1935 página 185

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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IGUALDAD 47 oído, Pedro piensa en la confusión de Broerniard cuando sepa que, con la ayuda de aquellos aristócratas, va a fundar él la internacional y a conquistar la paz, triunfo reservado hasta entonces a la clase obrera. -íUsted vendrá conmig o- -prosigue el caledonio- para que se vean con usted; invitaré a las personas a quienes juzgue yo más dignas, sin distinción de partidos; organizaremos el asunto; encontraremos el remedio y se lo impondremos al mundo entero por todos los medios de que dispondremos. El mundo se lo tragará, como yo m trago esta copa de Sauternes, y quedará curado. La idea de ir a Beaumanoir para echar allí los cimientos de tal reconciliación de los pueblos intentada y fracasada por otros menos enamorados; el pensamiento de precipitar a la tierra en una organización de paz aérea, estrecha como una red de pescador, de la cual tío podría ya nunca librarse, y que será obra su -a; que convertirá a Pedro en un liombre providencial a quien el destino, forzado, podrá decir: Eres invencible, hijo m í o! aquellas insensatas imaginaciones le ponen trémulo. Con la señora de Lámbese cuenta sti hermano para tales miras, que son también, milagrosamente, las del ministro socialista. Habla ella del desarme, asunto acerca del cual dialoga seguramente con los ángeles. Con su bella figura, todas las frases que dice son inspiradas. -No se puede persar en el desarme, de primera intención- -opina con su voz rumorosa y dirigiéndose a su hermano- -Í eso es una equivocación muy grande. Hace dos siglos, siglo y medio apenas, no se te hubiera ocurrido pasear por las calles de Londres o de París sin llevar al costado una espada para defenderte. Si en aquella época te hubiera dicho alguien: Entrégame la espada le hubieras atravesado el cuerpo con día. ¿No es cierto, Montjsy? -Es muy probable. Se rió. Pedro estaba admirado de que hubiera pensado ella tales cosas. Aíys prosiguió: -lUn día, sin avisar, sin pedir permiso, alguien tuvo la idea de situar en las esquinas de las calles, aquí y allá, no a un caballero conio tú, sino a un buen hombre, con su revólver en el cinto y un garrote en la nianq derecha. Había sido inventado, para bien de todos, Bobby, el poUceman. Y tú, hermano mío, sin que te lo pidiese ni mucho menos te lo ordenase nadie, dejaste la espada en la antesala, luego la colgaste de una panoplia, más tarde la llevaste a la buhardilla, y íiiora está en el ínuseo. Cuando te refieres a ella dices: La aguja de hacer media de mi abuela -En Francia- -intervino Pedro- los llamamos guardias de la paz. Montjoy seguía riéndose. Propónnos un guardia de la paz, hermano! Alys se ponía colorada, al hablar, porque, le coartaban las miradas de Pedro. Todo es cuestión de costumbre- respondió aquél- Vuestro Briand lo sabía muy bien. Un día, durante la conferencia de Washington, me contó cue cuando él era joven, organizó en Nantes una manifestación de huelguistas. Iban a desfilar por la ciudad 30.000 hombres. La víspera le llamó el gobernador: ¿Me responde usted del orden? Respondo. Entonces retiraré las tropas; pero tenga usted la seguridad de que al más mínimo incidente, le meto a ustetl eii la cárcel. iSe verificó la manifestación. No hubo derramamiento de sangre, Al día siguiente volvió a llamarle el gobernador. H a sido una cosa admirable. Le felicito a usted. Y ahora, dígame usted: ¿cómo se las arregló i Muy sencillo- ontestó Briand- nombré todos los jefes que consideré necesarios para mandar cada grupo, y les di gorras con galones. A Montjoy le gustaba mucho este episodio, y lo relataba con frecuencia. -iLa gorra galoneada existe -afiadit) v es la misma en todos los países: la de los marinos, que han adoptado los aviadores. -Ehtonces T- dijo Pedro- esíanros conformes. Acaba de ser creada, en comité reservado, la policía aérea, por una mayoría de tres votos entre tres votantes, la niás débil de los cuales, esta señora, es la que lia podido más, la que ha ganado la votación. Estudiaron la manera de organizar aquella fuerza, y los dos hombres se metieron en detalles técnicos. -Empecemos por Europa- iijo Montjoy- luego pasaremos a África y Asia. América se organizará ella sola. Esa gente de Ginebra, que stablece. distingos entre la aviación civil y la militar, es fútil, o estúpida, o ruin, o todo ello al mismo tiempo. No han visto nunca un aeroplano. Si supieran cómo son, no ignorarían que con una lata de sardinas que contenga un explosivo, cualquier aeroplano civil se convierte en aeroplano militar. Es precisp, por consiguiente, fundir en una sola las aviaciones civil y militar, y convertirla en un solo cuerpo de policía. Acerca de este punto fundamental estuvieron de acuerdo. Las fuerzas de la milicia del aire estarían a disposición de la Liga, pero únicamente después de que ésta se hubiese transformado en tribunal de primera y segunda instancia, y si hiciera fg, lta, en tribunal correccional tarabié n. -iEn Ginebra hay confusión de poderes, indudablemente- -o inó Pedro Consecuencia de eso es la debilidad de la institución- Es un tribunal sin jueces, constituí-

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