Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 14-07-1935 página 158
BLANCO Y NEGRO MADRID 14-07-1935 página 158
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 14-07-1935 página 158

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página158
Más información

Descripción

PRINCESA DE BIBESCO -T vida, la apasionada convicción de ser al o aparte, de pertenecer a una sociaded sin comunicación posible con los demás. Entre el abuelo, que no tenía sitio en la comunidad francesa, y el hijo, que ya se resistía a tenerlo, la nobre mujer era una emparedada en vida. Ya, por adelantado, renunció a llevar a Azay- le- Bxulé, junto a aquellos solitarios del recuei do, a su amigo, que consagraba su existencia a la comunidad humana. Si lleg ara a ir, lo haría como heredero de los incendiarios que, en el camino de Versalles, prendieron fuego, al pasar, al palacio de un príncipe, pariente de la reina. Si entrara allí, si atravesara el umbral, ¿qué dirían los herederos irreconciliables de los ex, cuya vivienda no estaba ya, desde 1789, en el eje de los jardines, y que todavía se indignaban de oue su participación en el dinero de los emigrados no bastara para reedificar la casa principal? Si la habitación del señor de Elboeuf está orientada al Norte puro, es porque los aijtepasados a quienes invoca Pedro Caniot incendiaron el ala meridional; y si todavía está Francisco VJíctoren condiciones de heredar un anejo, por lo menos del antiguo Azay, es porque aquel día soplaba el viento del Nordeste con violencia, y. s llevó las llamas y las chispas hacia el pueblo, perdonando como por milagro la capilla- la parte, adyacente del edificio. La señora de Lámbese llevó a su hijo a la terraza que domina aquella parte del río, convertida en jardín acuático. Iban a dar de comer a los cisiies, ocupación que distraía mucho al irritable niño. Aíys conocía un vegetal muy gustado de aquellos palmípedoa: la lactuca scariola. Echó a andar en compañía de su hijo, botánico en agraz, y del padre Loriot, entusiasta de aquella ciencia, hacia el húmedo bosque, más allá del arbolado, a orilla del río, donde en un terreno pedregoso crecía aquella planta mágica que entusiasma a los cisnes jóvenes. Mientras el niño, ya consolado, corretea por el bosque en busca de la lechuga cuyo nombre latino canturrea, la señora de Lámbese solicita del sacerdote oue procure ayudarla a dominar la excesiva afición de su hijo a la soledad. CAPITULO X LOS SEPARjADOS plicable obligación, ya aceptada en secreto, es reunirse. De un lado de Francia al otro lado. ni ella ni él piensa más que en tal reunión, solamente imnedida por el orden de cosas inexistente, tnlaie las mediadoras que su -ilui sión inventa, se acuerda de sus tías, las gemelas de San Germán. Sí, irá con Pedro a verlas; coiiQce su buen corazón. Bastará que les diga: Este es el hombre que me salvó, tía Juanita; aquí tienes a nuestro eneinigo, a quien yo perdono, tía María; nuestro ex enemigo, por quien tanto y durante tanto tiempo hemos rezado, y que se ha convertido en amigo nuestro después de lo cual, el hogar de aquellas monómanlacas de la monarquía será el refugio del jefe revolucionario. Si en Inglaterra y ba, jo el régimen imperial se permite que jueguen los niños unos con otros, es porque al otro lado del estrecho subsiste la tregua del paraíso entre liebres y lebreles, lobos y corderos. Aunque vivían desde hacía cuarenta y cinco años en San Germán de Laye, aquellas solteronas sólo habían salido de su isla aparentemente. Una adivinadora de los alrededores de Inyerness les profetizó, cuando tenían veinte años, que vivirían separadas de su familia por el agua; y como aquella mujer no sabía leer ni escribir, y, además, era muda, se valió de un procedimiento sencillísimo: fué a buscar un lebrillo a la cocina, lo llenó de agua y lo colocó entre las gemelas y las demás personas de Beaumanoir destinadas a Escocia y a ese imperio que el mar no separa. Acatando la profecía, lady Mary y lady Janeí accedieron a vivir al otro lado del canal de la Mancha, pero entre ellas y acuella sociedad de hechicerías que abandonaron, sólo había un lebrillo de ilusione? Realmente, la casa sin balaustrada que dominaba París, tenía mil pasadizos subterráneos para comunicarse con Beaumanóir. L a señora de Lámbese sabia a ciencia cierta que el bosque sería siempre para Pedro terreno prohibido, zona por donde no podría pasar. Si se arriesgaba a entrar en aquellas avenidas regias de San Germán, lo mismo en invierno que en verano, encontraría a cualquier hora un espectro, que no sería el de Jacobo II, familiar a aquellas solterenas, sino otro mucho más temible para éi, cuyo poder demoledor se contenía en los seres vivos: el fantasma de F ranz, Literalmente, no pertenecen a la misma C A P I T U L O XI sociedad. Y siendo así, ¿cómo podrán verse? ¿Cómo se había de reanudar el accidente? Habría que crear de nuevo circunstancias artificiales que reprodujeran el inesperado encuentro inicial, dispuesto por la I a hizo enfermar de amor. Lo cierto es divina casualidad, y en ello se ocupan por el que era demasiado fácil estrechar entre os momento los dos distanciados, cuya inex- brazos a aquella criatura indefensa, eai vis-

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.