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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-07-1935 página 176
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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-07-1935 página 176

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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68 MARIANO TOMAS no podré mirar sin sonrojo a lis iguales... No es más buena que mala Ja noticia, sino pésima- -y dando un pttñetazo sobre el brazo del sillón en que estaba sentado, añadió- Más la quiero muerta que sin honra. Pero la madre le suplicaba con las manos juntas, tendidas hacia é l ¡Por todos los santos... por la Virgen Santísimai no digas eso, no vaya a escucharte Dios t- En fin, he aquí el motivo de nuestra consulta- -intervino de nuevo el hombre- Eia criatura va a llegar a la tierra sin padre y con la madre loca; su vida sólo será un penoso calvario para él y para nosotros... 7 Es posible... es posible, doctor, sin daño para la madre, que e! hijo no venga ai mundo? Señor mío- le dije, sin: disimular en modo alguno mi enojo- yo sólo soy médico psiquiatra y en este momento níe parece qué está usted más necesitado de mi especialidad que su hija. Perdí de vista a esta familia hasta que, pasados algunos meses, me volvieron a líamar. N uestra liija ha dado a luz- -me dijeron, pero la enfermedad no ha desaparecido. ¿Y el chico? -pregunté inmediatamente. Qué supone usted, doctor? -me contestó la madre, acongojada Bastantes dolores tenemos ya para echamos otro dolor nuevo sobre la conciencia... Está en el campo, con ama... Encontré a la pobre muchacha en el mismo estado de insensibilidad y de lejanía para las cosas que la rodeaban. Es preciso intentar algo para ligar su espíritu a la tierra... ¿Conoce al niño? No... Casi nunca lo h a visto- -me dijeron La. llevaron por mis consejos al lado de su hija. He ido a visitarla allí. Es una casita aislada en niedio de un valle por donde corre tm río poco caudaloso. JDesde la casa hasta el río, hay una ladera que baja en cuesta suave y que estaba incníta, llena de hierbas silvestres donde pastaban los ganados. Y o les aconsejé que la cercaran y la adornaran con macizos de flores; también trajeron para e! corral animales doinésticos. Empezó la enferma interesándose, poco a poco por las rosas y los claveles; se pasaba largo rato inmóvil ante las flores y hacía grandes ramos que luego abandonaba; después, le atrajo más el gracioso espectáculo de los conejillos apoyados sobre sus patas traseras v con las orejas tiesas e inmóviles; al fin, en este gradual orden de menor a niayor, despenó el amor aü hijo... Hoj ya está curada, sin temor a nuevas recaídas; el padre es acaso d más contento y el que mayor agradecimiento me demuestra. Si ahora hay alguna locura en casa, es la del abuelo por el nieto. Doctor- -me dicej cc éndome las manos- la felicidad de mis últimos años se la debo a usted- ¡Que Dios lo bendiga! Y esto me compensa de muchas amarguras Ya contestaba a los parpadeos de las estrellas del cielo, al mirar inmóvil de los luceros de la ciudad. A lo lejos, se veía la corriente sinuosa del Manzanares, que cortaba el paraje árido y obscuro con su filo de luz fosforescente, y en el jardín, la gaita asturiana s fuía llorando sattdales, ¿Y esa miKhacha qué dice ahora, qué piensa? le pregiaité, interesado en su relato. ¿Esa irmohacha? Está bien, ya le digo... Yo la conocí antes de su trastorno mental, pero dudo que entonces fuera más dulce y más buena; parece que su desgracia la ha agudizado la sensibilidad... Más bonita, no sé... Es posible, ¡pero también lo dudo, y después de una pausa, añadió con un suspiro; Ahora la enferma no es ella. Me sonreí y lo miré a los ojos. ¿Entonces? -Sí... ¿Por qué no? Y no habíanlos más... Había callado la gaita y ahora una vocecita de mujer, delgada, que parecía que iba a quebrarse en ios trémdos, cantaba; y, no me riña, mi madre ay, rnMire, más ito me riña porque me eneontré un cariño por- una senda escondida! XXI Hace tres años- -me dijo el doctor cuando, según lo convenido, fui a visitarlo en su clínica- -que ese Pérez lOescas está encerrado, en Ciempozuelos. ¿Quiere usted que vayamos a verle esta tarde? -N o se lo agradezco. Yo sólo quería saber su paradero pfor ahora; pero me figuro que tendremos necesidad de usted uno de estos días, cuando venga a la corte un amigo mío a quien este asunto interesa lo mismo que a mí Es quien Il va la dirección y no quiero dar un paso alguno sin que lo sepa él. (Está bien; mientras tanto, pediré el permiso necesario. ÍAl día siguiente, Otto se presentó en Madrid. llamado por un telegrama mío. -Albricias- rne dijo al estrecharme las manos- tengo la seguridad de que hemos desbaratado todos los ¡planes de esa fa n -lia... Conozco por el manco detalles de ¡a vida del Zorro, muy significativos, para su fíoner fundadamente que estamos ante un secuestro.

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