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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-07-1935 página 142
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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-07-1935 página 142

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LA REFORMA Por ALEJANDRO T E. prudente conceder o negar los pier nos poderes? Esta era la pregunta del día. El señor Laval los obtuvo después de haberles sido negados sucesivamente a los señores Buisson y Flandin, y cuando sucedió al Sr. Doumergue, que había declarado de buenas a primeras que no los necesitaba, ¿Qué significan, por consiguiente, los plenos poderes y de dónde sale que sean indispensables? A decir verdad, sobra el epíteto. Lo que reclama el gobierno, sea cual sea el nombre de su jefe, son los poderes, sin más. Porque, en efecto, está completamente desprovisto dé ellos, al haberlos absorbido totalmente el Parlamento, Este fenómeno de absorción no es obra de un día. La Constitución de 1875 necesitó de años y años para producir estos resultados inevitables. Verdad es que hace ya muchos años que los observadores imparciales anunciaban el fracaso de un sistema que deja desarmado al poder ejecutivo enfrente de un poder legislativo, cuyo privilegio de sostener las riendas de la bolsa no está contrarrestado por nada. Fué preciso llegar a las elecciones generaíes de ic. 4 y ai golpe de fuerza de la mayoría, expulsando, en violación del espíritu y de la letra de los textos constitucionales, al presidente de la República, para que apareciese a la luz del día el gran contrasentido de nuestras instituciones. Lo que vino después confirma aquellas promesas. Ya en libertad la mayoría de 1924, despertóse, dos años después, al borde de la bancarrota. Abandonada por los electores de 1928, reapareció en ig para reanudar con los mismos éxitos los mismos ejercicios. Durante un año, el país asiste a la calda, sucesiva de los diferentes gabinetes, cuyo jefe cambiaba de nombre y algunas veces de colaboradores con cartera, pero sin que el programa ni los resultados variasen en lo más mínimo. Por último ia gente se cansó y se enfado. Fué con ocasión de la llegada al poder del presidente Gastón Doumergue, el 6 de febrero. Venía atendiendo a las llamadas de la gran mayoría de los partidos, exceptuando los revolucionarios, y de la opinión para poner orden en nuestra pobre casa, DEL ESTADO MILLERAND (Ex Presidente de la RepOblica francesa. Su gran superioridad, que le valió ser designado en elección universal, estriba en qtie como no pertenecía a ninguna Cámara, ni a ningún partido, tenía libertad de juicio primeramente, y libertad de decisión después. Poco tiempo necesitó para localizar el mal y saber el remedio que requería. Sin duda, se le concedieron sin gran resistencia los famosos plenos poderes. Podía proceder por decreto ley y realizar de esta suerte algunas economías. El Sr. Doumergue era demasiado experimcntado y demasiado fino para no comprender que, cuando hubie. se economizado, costase lo que costase, unos cuantos millones, no habría adelantado nada si no cortaba las causas del mal, y todo empezaría como hasta entonces. Si fué posible el escándalo Stavisky, más que posible, fatal, si fueron dilapidadas las finanzas, expuestas al bandidaje por la ambición de los intereses particulares, era que, indudablemente, había desaparecido la autoridad, robada de manos de los gobiernos para pasar a las de vm Parlamento anónimo e irresponsable. El Sr. Doumergue puso valientemente al país en antecedentes de lo que sucedía; ninguno de los que le oyeron olvidará aquel discurso emocionante, que fué su canto de cisne, y con el cual, en pocas palabras, expuso el único remedio: la revisión de la Constitución, la restitución al poder ejecutivo de su independencia y de su autoridad, reservándole a él sólo el derecho de disolución. El Sr. Doumergue vio claro, demasiado claro quizá: los favorecidos con el sistema dedicáronse inmediatamente a obstruir su camino. Representóse entonces en ambas Cámaras una comedia, de la que sólo quienes siguieron sii trama pudieron paladear su amarga ironía. En el Senado como en la Cámara, sólo se habló entonees de la reforma del Estado. Pero con este vocablo cómodo se expresaba todo menos la reforma judicial, ¿Recordáis el proyecto maravilloso que presentó un día en la tribuna del Palacio Borbón el guardasellos Sr. Pernot? Reforma administrtiva. Habíase omitido un sólo detalle, el restablecimiento de la auto-

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