Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 30-06-1935 página 189
BLANCO Y NEGRO MADRID 30-06-1935 página 189
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 30-06-1935 página 189

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página189
Más información

Descripción

MUERTE DEL LIBERALISMO ECONÓMICO Por MAX HYMANS E N el presente caos de hechos e ideas, no deja de ser curioso el espectáculo de la proclamación, por los adeptos del proteccionismo, de la intangibilidad de la doctrina liberal cuando, en el pasado, permitían gustosos el examen de esa utopía por los teóricos del libre- cambio. Bien es verdad que los proteccionistas tuvieron siempre buen cuidado de encasillar la libertad económica en sentido favorable a sus intereses. E n el interior del país, reclaman libertad e independencia completas frente a la colectividad, mientras que exigían de ésta, por la acción de los poderes públicos, una protección contra la competencia extranjera. N o nos satisfagamos con palabras, porque las circunstancias son graves. Y así considero útil hacer una pregunta escueta: ¿puede concebirse el liberalismo económico sin el librecambio, examinando previamente si en materia económica hemos sido alguna vez liberales en Francia? Mi contestación es rotunda: no. Amantes hasta el apasionamiento de la libertad espiritual y cívica, la libertad económica nos fué siempre extraña. Alguien invocará el ejemplo histórico de la supresión de las corporaciones. Esa reforma radical del estatuto económico de la Monarquía no dio resultados felices a su promotor Turgot, de quien Voltaire dijo que, en su afán de tanto bien, acabaría un día por tener al mundo enfrente Diferenciándonos de Inglaterra, nunca hemos realizado una gran experiencia liberal análoga al cambio total, a la revolución económica que Cobden obtuvo del Parlamento inglés y que terminó no sólo en la desaparición de las prohibiciones, sino también en la supresión progresiva de los derechos de aduanas sobre las importaciones extranjeras. Sabemos, por otra parte, que los ingleses queman hoy lo que ayer adoraran. En Francia, país de la mesura, hemos reaccionado simplemente de- ata manera parcial cuando el sistema de limitación de ios intercambios exteriores adquiría un carácter exagerado, manifiestamente nocivo para el interés de la nación. Fué a esta exageración a la que puso fin el tratado de comercio franco- inglés de 1860, que marca una época en la historia de nuestra política comercia! pero que trataba subs- tituir al régimen de prohibiciones de la Restauración no con la libertad completa del comercio exterior, sino con un sistema protector moderado fundado sobre ia reciprocidad d e cambios p a r a a s e g u r a r su evolución. Desde entonces, y en nombre de la solidaridad nacional, se ha considerado siempre como necesaria la protección de la producción francesa. Y, siguiendo un sentimiento humano muy natural, los intereses particulares, después del cataclism- ó de la guerra, hicieron, cada vez mayor con insistencia, un llamamiento al E s tado para reforzar los métodos de protección y para eliminar sobre el plano internacional los elementos básicos del liberalismo económico la competencia y la división del trabajo que resume la fórmula del laisser- passer N o hago crítica alguna, señalo hechos evidentes, tanto en Francia como en el extranjero. E n todo el mundo se ha tratado de crear la abundancia sin organizar el intercambio. H e aquí la causa de nuestros sufrimientos. Se temía que los brazos permaneciesen inactivos como consecuencia de la invasión de los productos extranjeros. H o y se debe en gran parte a la suspensión de los intercam. bios el que los países siifran el paro forzoso y un malestar económico, complicado no solamente por el hecho de la aparición de medios de producción de una potencia desconocida, hasta ahora, y que requerían un aumento de los intercambios, sino también por el desplazamiento de las fabricaciones: consecuencia de! laisser- faire P o r consiguiente, no hablemos más de liberalismo económico, puesto que, amputado de sus elementos esenciales, el libre intercambio, no es ya viable. Federico Bastiat ha dicho con sobrada razón: Cada uno de nosotros, en condición de productor, hace votos antisociales E n tanto que los productores no tuvieron a su disposición más que medios de producción moderados, esos votos antisociales tenían una influencia reducida sobre el interés general. P e r o con los progresos del maquinismo, cabe menos su admisión cuanto que los intereses, después de haberse enfrentado internacionalmente, se oponen hoy en el cuadro nacional, más reducido, y amenazan desorganizar completamente la vida económica de cada país: nueva consecuencia del laisser- passer i E s pues, extraño que el Estado, cuya intervención en materia de distribución internado-

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.