BLANCO Y NEGRO MADRID 30-06-1935 página 124

ESULTA curioso considerar el número de mujeres que se encuentran a disgusto íEuera de casa si no llevan una chaqueta. ¡Pero la moda, atenta siempre a los menores detalles, se acuerda- cómo no! -de las que así sienten e impone su amable criterio de que toda mujer que quiera estar de acuerdo con ella deberá llevar durante el actual verano un conjunto de vestido y chaqueta, conjunto que se compondrá de vestido y capa o chaqueta, o de traje y blusa. Según el tiempo y el capricho de cada- una, podrán escogerscj los géneros entre la lana, a seda, la muselina, el algodón y el chiffon. Es la capa un complemento con el que una mujer se siente tan vestida como con una chaqueta. No obstante, si se prefiere esta última prenda, es conveniente adaptarla al último modelo, que la preconiza muy corta, apenas tin poquito más baja de la cintura. Confecciónanse estas chaquetas en estilos diversos. A mi me gustó mucho un conjunto de vestido y chaqueta azul marino. Era ésta del largo que acabo de indicar, con manzas tres- cuartos y bocas anchas, con sólo un botón debajo de la barbilla y sin cuello. Un gran lazo de organdí blanco en forma de mariposa hacía un efecto magnífico. El vestido, sumamente sencillo, que ocultaba, era de mangas cortas con puños y diminutos bolsilUtos oblicuos y ancho cinturón de cuero negro con adornos rojos. Un ejemplo de un tres piezas sencillo, pero muy chic, para uso de tarde, confeccionábase con una mezcla de alpaca y lana azul polvo. Tenía la blusa de este conjunto forma de chaleco y era de piqué blanco. Cuando la chaqueta estaba abierta, su. efecto era delicioso. La chaqueta, corta, como antes indiqué, aunque también en forma de saco, estaba cortada un ipoco más recta que la del vestido azul que acabo de describir. No tenía botones y se sujetaba únicamente al cuello con un cierre inasible cubierto por un lazo aplastado, pero muy elegante. Las mangas eran también cortas para dejar ver completamente los guantes. Las faldas rectas hicen todavía hendiduras, y en ésta del traje que describo aparecían cuatro, más bien cortas. La moda de verano exige que los vestidos tengan capas. Aunque no sea muy larga, una capita hombrera da siempre ese aire de complemento que generalmetne aso- R ciamos a una chaqueta para andar fuera de casa. Algunos de los conjuntos más bonitos de vestido y capa se confeccionan con crepé estampado y lavable o liso. La caPa no necesita ser ío mismo que el vestido, ni siquiera del mismo género. Vemos, a veces, una capa de lana con un vestido de crepé, como, para ejemplo, cierto vestido de crené azul marino con lunares, que se completa con linda capa de franela gris, forrada con el mismo género del vestido. Sin embargo, la capa está más a tono con los trajes de tarde y si mis lectoras se fijan en la ilustración que acompaña estas líneas, apreciarán un lindísimo y sencillo traje de tarde, de crepé estampado, cuyo fondo es verde obscuro y los dibujos blancos, rojos y verdes, más obscuros aun éstos. Véanse las mangas cortas y abiertas y el cuello alto ipor detrás. La capa no se ve, pero está cortada de tal suerte, que la parte que cae encima de los brazos adquiere forma de tonel. Adviértese esta temporada cierta tendencia a emplear tonos vivos. El creador del modelo que acabo de describir trata de renovar la antigua moda del rmdeau, Eimpléalo en cuellos, puños y ribetes, y tanto en los vestidos de día como en las toilettes nocturnas, con resultados maravillosos por cierto, y empleando siempre colores de acusados contrastes. Al escoger el equipo para unas vacaciones, la mujer tropieza a veces con circunstancias que la obligan a limitar lo más posible el volumen de su equipaje. Por ejemplo, cuando utiliza para viajar el medio de locomoción moderno por excelencia, el aeroplano, le es imposible llevar un gramo más de lo que permite la reducida concesión del billete. Al propio modisto creador del modelo anterior débese la idea de unas toilettes especiales y adaptables para tales casos. He visto dos conjuntos cuyas piezas pueden llevarse indistintamente las del uno con las del otro, coii iguales efectos de elegancia, aunque muy distintos entre sí. Componíase el primero de una chaqueta marrón obscuro, de alpaca y lana mezclada, con manp s estilo obispo, de amplias vueltas y cuello parecido al del vestido qup ilustra la foto adjunta. Llévase sobre un vestido con mangas de crepé inarrugable, marrón, con dibujos blancos. El segundo conjunto era de shanfunff de color natural con adornos marrón obscuro. Llevaba el vestido mangas tres- cuartos con