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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-06-1935 página 102
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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-06-1935 página 102

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página102
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Durante la comida, la conversación fué mo... No vale la pena de que te ¡leves ana general. Después del café, Renovales con sofoquina por culpa de la servidumbre. Déun pretexto se marchó a su despacho, y jalo, qué se le va a hacer. doña Dolores, al cabo de unos minutos hizo La cena estuvo deficiente. mutis para dar unas instrucciones a la coci- Muy salado el pescado, ¿verdad? -dinera... Doña Carlota y don Paco quedaron jo él. solos, cara a cara... Saladísimo. Como salmuera- -repuso Hubo un silencio dificilísimo. Ni ella ni ella. Y lo que siento es que no estás coél acertaban con la primera palabria, que es miendo casi nada. el todo en situaciones de esta naturaleza... ¡Bah... De noche no conviene llenar Al cabo, fué él quien rompió el silencio. deiiiasiado el estómago... -Sí, pero... tampoco dejarlo vacío. En -Ese imperdible es aquél ¿no... -dijo, señalando, un imperdible de brillantes fin, ya ves que no es mía la culpa. que doña Carlota lucia en el pecho y qne- -Ya lo veo. Tranquilízate y no te dissu marido le regaló en el primer aniversa- gustes... Mañana cenaremos mejor. rio de su boda... Doña Carlota, no pudo menos de ex- -ti Sí, ies... aquél -repuso ella, sin clamar levantar los ojos. ¡Ay, Paco; si siempre hubiéramos raI- -Lo he riecoaocido al momento- -excla- zonado así el uno y el otro... mó don Paco. Y él, moviendo la cabeza, contestó, sus- -Creí... que... no... te acordarías- -re- pirante plicó ella mirándole, al fin, con sus ojos- ¡Ojalá... negros, de expresión dulce, ojos de niña, De sobremesa, Henéstrosa encendió un que iluminaban unas facciones serenas, unas puro. arrugas y una cabeza toda blanca... El sus- j Dispén. saine; no me acordaba que te piró y repuso: es insoportable el olor del tabaco! -Me acuerdo de todo, Carlota. ¡De to- -Fuma... No importa. Ya no me molesd o! ¡Hasta de mis errores, con ser tantos, ta tanto como antes- -murmuró ella. ¿Quie ¡tantos... ¿Cómo no quieres que me acuer- res leer los periódicos de la noche, como de de ese imperdible y... de tí? Si 3 0 te hacías... en tiempos... Ahí los tienes en dijera que... tu fs) acl! ordené que te los trajeran. -No sabes, hijita, lo que te lo agraElla le escuchaba indulgente con su gesto de bondad, aprisionando tras de los pár- dezco! pados toda su larga vida, en que la feliciY Henéstrosa se fué al despacho, dejándad sólo fué una sombra... dose caer en un sillón, en su sillón, y El, conmovido, liubo de decirle como murmurando: broche que cerró aquella sincera confe- i- ¡íDios mío, con lo fácil que es ser sión de sus culpas: feliz! -Todo esto, Carlota, fué el pasado... un Jamás, en efecto, le había sabido mepasado que está muy lejos... Ahora si tú j o r un habano, ni un café como el que quisieras- ¿Quieres, Carlota? acababa de tomar, ni la luz de una lámpara le había parecido tan deliciosa y tan discreta... Una somnolencia perezosa, y. sin embargo, lúcida, le invadía... jOh, aquel Tres días más tarde Henéstrosa se re- silencio, aquel orden, aquella severidad, integraba al domicilio conyt al. La casa aquel confort, aquel s o s i ¿En qué piensas? le dijo su mujer, estaba exactamente como él la había dejado. Su sillón, su mesa, sus libros prefe- entrando en el despacho. Pienso, Carlota, en... que soy compleridos, sus papeles ordenados; el mismo reloj de bronce, los mismos detalles, hasta tameriíe feliz aquí. el punto de que se le ntojaba que ía vida- ¿De veras... se había detenido, que aquellos años no ha- ¡T e lo j u r o! bían lasado, que todo fué un sueño... Nece- -rjFelices... como viejos! -exclamó elja, sitaba mirarla a ella, y mirarse él al espe- con ima sonrisa. j o para persuadirse de que las horas habían- Los viejos aun tenemos algo que no pasado a millares sobre sus cabezas, cu- envejece nunca: el corazón. Un corazón briéndolas de ese polvillo de plata que el más puro, más limpio de escorias de la tiempo levanta en su marcha triunfal... vida- -repuso L- -Carlota, son las nueve... ¿N o cenaY tras de una pansa añadió, levantándoasos? se, acercáíidose a ella y dándole un beso en Esta sencilla observación hubiera dado aquella frente que parecía de marfil: origen otras veces a tsn choque, a una es- -i Muchas veces los que creen que no cena desagradable. Ahora, doña. Carlota, se aman, aman todavía... j Después del fuego limitó a decir: queda el humo, que dura más que aquél... -Tienes razón. Ya debíamos estar cenando. Estas criadas son imposibles. Curro Vargas, Y él, conciliante, repuso: (DIBTOO KE FKBECAS) Total, minuto niás o menos es lo mis-

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