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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1935 página 189
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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1935 página 189

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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t a r departamentos y municipios- -constituyen una carga excesiva. -Pero, en fin, todo sería soportable si los 50.000 millc es dé fran. -eos de la exportación francesa íinterior a la- crisis no hubieran quedado reducidos a los 15.000- millones escasos a que ascenderán en el año que corre. L a situación francesa hay que analizarla aquí. Los 200.000 millones de la cartera de valores extranjeros de los franceses apenas rentan. El turismo, la gran caja, de ahorros de Francia, también está en la miseria. -Sin em. bargo, el tren de vida del francés se mantiene. ¿Cómo? E l problema está aquí. Vive sobre las propias reservas del país. Y por aquí había que buscar la solución. N o es sólo el Estado francés el que tiene que reducir su tren de vida, ajustándose a estos tiempos precarios. E s también el francés medio quien tiene que sacrificar algunas de sus comodidades. Porque sólo así los precios de Francia volverán al justo medio. Y de una manera automática podrá evitarse la devaluación. Momen tos interesantes los de Francia. U n pueblo de tanta experiencia histórica, -de tanto patriotismo, al cabo de un siglo de; democracia y de parlamento, ha de forjar nuevas armas para encauzar su vida pública y reformar sus instituciones. blecerse. Mientras no se restablezca, el pe- ligro existirá. Querer sortearlo, sin dar soluciones, es agravar el mal, mantener la psicosis del miedo. Francia tiene ahora, ante sí, estos dos grandes problemas. Que se le escapen los 30.000 millones de francos que los extranjeros enviaron a P a r í s considerándolo refugio seguro- -buena parte se fué j a- Y que el dinero del público francés comience también a huir buscando un seguro contra el franco. Pueden suceder dos cosas: Que huya a! extranjero. Que no salga del interior, que atesore. D e cualquiera de las dos maneras existe el temor de que la Banca francesa no tenga suficiente agilidad para resistir esta crisis de confianza en el público. Y que sus cajas queden en seco, sin liquidabilidad; Se asegura que no, que tiene resistencia sobrada. Se habla de porcentajes de liquidez de 80 y hasta 86 P e r o aun con esto, si se dictan medidas que rompan la habitual libertad del mercado financiero de París, F r a n cia pudiera sufrir el contragolpe de que Loiidres o New York le dieran la batalla a su capital, arrebatándole el cetro y los capitales, con los consiguientes perjuicios. La batalla contra él franco pa. rece cortada. Sus 13.000 millones de francos oro costó al Banco de Francia, pero fué con fruto. Conven, gamo, s, sin embargo, en que ha sido una ba talla a lo Pirro. Dos batallas como esta y el patrón oro se convertiría en un recuerdo par a la historia de la teoría del dinero. Pero puede decirse más. Que el patrón- oro es ya un guiñapo. Francia se ha permitido el lujo de jugárselo todo a esa carta. P e r o hubiera perdido... sin los países de moneda elástica. E s curioso, paradójico, el fenómeno, pero es cierto. Francia tuvo que llamar en su- ayuda a Inglaterra, y a los E s tados Unidos. Y ambas contestaron. L a suspensión de los préstamos sobre oro- -convertidos en jugada nefanda para la Banca internacional- -embotó el arma de los especuladores iaternacionales. Y el franco pudo respirar. Ahora bien, ¿se dominó el recelo? No. Y es por eso por lo que Francia prepara una segunda línea de defensas. L a prensa, con esa discreción que le caracte. riza, hace el silencio más absoluto alrededor de esta cuestión. P e r o algo se; maquina. Y ese algo puede ser: I. Formación de un centro de moneda 2. Vigilancia de los movimientos de capitales. 3. Suspensión, al público, del juego del oro. 4 Ordenación de los pagos al extranjero. Y había que repetir la pregunta de siempre. ¿E s que se pueden poner puertas al campo? E s la confianza lo que debe resta- ¿Y si se desvalora el franco? E l público se asusta demasiado pronto. En el fondo es algo irremediable. E n esta carrera de desatinos de los gobiernos, son conclusiones fatales éstas de las monedas. Ya el tributo fiscal es poco. El Estado exige más. O esto o las conversiones de las deudas públicas, que son otro tributo, otro despojo. En el gran complejo económico del mundo, sólo dos agrupamientos luchan buscando el fruto y el equilibrio de la vida funcional. Y uno u otro tienen que sacrificarse. P o r un lado el capital. P o r otro el trabajo. Al segundo nada se le puede quitar. Bien al contrario, de una manera fatal, la perfección en la distribución de la renta, impuesta a través de la lucha de clases, e ofrece cada vez parte más abundosa. E s el capital, fuerza rectora, quien paga sus propias culpas, en un proceso constante de reducción de sus rentas. E s la crisis la que consume los capitales. Los remedios a aplicar para atenuarla, consum. en las rentas. Las desvalorizaciones últimas son un tributo más a la redención del mundo. Pero es que- -nos dirán- -Francia ya pagó un tributo bien rudo. Cierto, un 80 del oro de su moneda. P e r o aquél fué el tributo a la guerra, a la paz del mundo. E l de ahora es otro, mucho menos costoso. Lo lamentable es que, con la desvalorización, Francia no arregla su problema. Que queda íntegro. Nada se soluciona en la patología vegetal apartando el fruto tocado; es el árbol el que h- ay que cuidar. P o r eso la devaluación del franco tiene tan pocos adeptos. Si el mal queda íntegro, carcomiendo ti cuerpo- de la economía francesa... Y el mal ya hemos precisado cuál es. -Pedro Rico.

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