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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1935 página 176
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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1935 página 176

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Inglaterra y Ias disidencias francoaiemanas Por BERTRAND RUSSELL AS diferencias surgidas entre Alemania y Francia por virtud de las declaraciones de Hitler al restablecer el servicio militar obligatorio y el ejército aéreo, sin aguardar el beneplácito de las demás potencias, plantean una serie de problemas m u y complejos. A lo que parece, el gobierno británico se da cuenta perfecta de las dificultades que presenta s u solución, al mismo tiempo q. ue entiende ejercer, en tanto se lo permiten las obligaciones emanadas de los tratados de paz, una influencia moderadora. La tesis francesa es sencillísima: los alemanes han firmado el tratado de Versalles y no- pueden sustraerse sino con el consentimiento de los demás firmantes a las obligaciones que tal firma lleva aparejados. Además, los franceses pueden invocar que en el pacto de la S. D. N. de la que aún forma parte Alemania, están previstos los medios para la revisión de aquellos tratados que se han hecho inaplicables. Alemania- -dicen los franceses- -debió haber utilizado este mecanismo y no decidir por sí y ante si la violación de compromisos adquiridos en iQig como condición de la paz. Cuando se trata de salvaguardar la paz del mundo, es imprescindible el respeto al derec- ho internacional, y este respeto no podrá subsistir j a más si las naciones que violan las leyes no son debidamente castigadas. P o r su parte, los alemanes pueden oponer á la tesis francesa poco más o menos lo que sigue: Ante todo es injusto que Alemania ísea la única entre todas las grandes potencias que esté desprovista de los medios necesarios para su defensa y que sea continuamente tratada poco menos que como una crianinal. N o creo que ninguna persona razonable pueda dudar de que hubiera sido una sabia medida conceder, hace ya tiempo, a- Alemania igualdad en materia de anmamenttos. El hecho de que el régimen nazi des. -agrade a muchos, no es motivo suficiente jiara prolongar este injusto trato. Las potencias han asegurado repetidament e que, en principio, están dispuestas a hacer concesiones a Alemania; el mal está en que no se dieron prisa en traducir sus promesas en actos y, como era lógico, Alemania acabó por no creer en su buena fe y decidió poner a prueba su sinceridad por medio de un acto decisivo. L o s amigos de la paz pueden argüir que antes del advenimiento de Hitler, Alemania debió ser tratada con mayor consideración, fiero que actualmente el partido gobernante está animado de un espíritu de conquista y se dedica a la gterificación de la guerra. Sin L embargo, no es fácil que ningún gobierno pueda utilizar este argumento sin. hipocresía. El definitivo fracaso de todo intento de desarme, el aumento general de los ejércitos, de las flotas y de las aviaciones militares, la tolerancia ante los hechos consumados del J a pón, son detalles todos que nos han demostrado ampliamente cómo las potencias no sienten, dígase lo que se diga, deseos fervientes de paz. Si deseamos comprender los asuntos internacionales, hemos de habituarnos a no mirar las cosas únicarnente desde el punto de vista de nuestro país. Tratemos también de encontrar en los asuntos interiores de los demás principios que nos sean familiares y que son aplicables si consideramos a cada una de las diferentes naciones como partes del mundo, tomado como un todo. En este caso, podremos distinguir claramente dos principios puestos en vigor en sus esferas recíprocas. De un lado, el respeto francés para con la ley escrita, que constituye, preciso es reconocerlo, la última salvaguardia contra la guerra y la violencia. Del lado alemán, el otro principio universalmente reconocido, excepto por los más reaccionarios: el derecho a la revolución cuando la ley se convierte en opresora. E n este conflicto de principios existe un deber para todos aquellos que ejercen una influencia sobre la curva de los acontecimient o s recordar sencillamente la importancia primordial de la paz. Entablar un duelo con Alemania, oponerse a una justa exigencia de igualdad, aunque desde el punto de vista jurídico esté justifida la actitud, sería tanto como arrojar a E u ropa al desastre. A aquellos que temen que, tarde o temprano y cualesquiera que sean las decisiones adoptadas ahora, las ambiciones nazis prenderán fuego a Europa, les digo que el porvenir es demasiado incierto para aventurarse en profecías de esta índole. Mayores probabilidades de éxito tendrán los proyectos de reducción general de armamentos, combinados con la igualdad de derechos concedida a Alemamania, si las justas reivindicaciones de ésta se ven satisfechas. P o r mi parte, espero que el gobierno británico se deje guiar por esta consideración que, de cualquier forma, estoy seguro es la. que prevalece en la opinión inglesa. Y en la crisis actual, la opinión de Inglaterra, si se expresa con vigor, es de bastante peso para determinar un cambio en el curso de los acontecimientos. -Bertrand Russell. Copyright By Agence Vistor) Servicio sivo para BLANCO Y NEBRO. exclu-

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