BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1935 página 91

pobre. Tal vez se diga por ahí que retener a los niños unas horas bajo techado, limpios y bien alimentados, no es suficiente. Es verdad. Lo mejor sería hacerse carg- o de ellos de un modo permanente, asegurando su porvenir. Pero eso no ocurre más que en los cuentos de hadas. La misma acción providencial no opera sobre nuestro destino con regfularidad, lo cual no quiere decir que el cielo nos desampare, sino que nos estimula a hallar por nuestros propios medios la vía salvadora. Una protección que nos dispen- sase de todo esfuerzo sería dañosa para nuestra salud es, piritual. Recuerdo a este propósito aquel ensayo que hizo Darw in, en no sé qué isla de Oceanía, con las maripcsas. El insi. ne naturalista abrió dos cajas llenas de aquellos insectos, los cuales volaron según su capricho. Pues bien; al volver, un año después, el sabio, comprobó que solamente las especies que habían ejercitado sus alas contra el viento se aclimataron y reprodujeron. Las otras que se dejaron itnpulsar por el aire, se extinguieron. La morálc-