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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-06-1935 página 186
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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-06-1935 página 186

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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La aviación... primera nnea ae de la Gran Bretaña Por el almirarte MARK KERR erensa E L público inglés no comprende bien la influencia que tendrá la aviación en la próxima guerra. Las ardientes disputas de ios adversarios son la causa de tal incomprensión, ya que cada uno pretende que su arma favorita vale mucho más que las otras. Tal manera de discutir carece de fundamento. Los grandes militares estimaron siempre el exacto valor de las diferentes partes del ejército que mandaban y ésta es la única forma de que los servicios puedan colaborar conjuntamente y con utilidad en la estrategia y en la táctica. En materia táctica, el ataque de flanco no tiene más, que un objeto: cortar las comunicaciones del enemigo. Con el advenimiento de! a aviación, es innegable que nos hallamos frente a una nueva y poderosa amenaza contra nuestras comunicaciones sobre mar y tier r a N o cabe duda de que si antes de estallar una giierra se destruyen las fábricas de municiones y las fuentes de alimentación del enemigo, éste no iniciará nunca las hostilidades. Antaño era posible la defensa sobre mar y t i e r r a sobre ésta hallábanse las fortificaciones y eí ejército; sobre aquél, los buques de g: uexra. Pe- ro hoy los aviones pueden volar por encima de las fortificaciones y atacar directamente- las. fuentes de aprovisionamiento. Sobre e! mar aumentan considerablemente la visibilidad de los buque de guerra y son tanbién la escolta más eficaz para proteger contra los ataques submarinos a los navios de cabotaje y a ios convoyes de provisiones a través de los pasos peligrosos en las cercanías de los puertos de aprovisionamiento de carbón y en tm radio de 3 a 400 millas del puerto- base. N o creo pecar de exagerado si digo que, considerando las guerras futuras, los aviones se íian convertido en la priniera línea de. ataque y defensa. Esto no nos dispensa en modo algurló d e poseer una marina y un ejército capacer, de cumplir los cometidos indispensaibíes de la estrategia. No podemos disponer de bastantes crucer o s y pequeñas unidades para escoltar nuest r o s numerosos barcos de aprovisionamiento, aunque se nos concediese un número suficiente, porque el gasto sería enorme para el Tesoro. P o r consiguiente, muchos de nuestros barcos n o podrían ser ya protegidos a partir de algunos cientos de millas del punto de salida, como tampoco antes de su llegada a destino o punto de escala. Entre estos puntos se separarían y navegarían distanciados unos de otros para no volverse a reunir más que en determinados lugares en los que encontrarían escolta para hacerles pasar la zona peligrosa. E n estas zonas peligrosas es donde traba- jan los enemigos; porque el submarino tiene un campo de visión muy limitado y pocas probabilidades de hacer buenas presas en alta mar. Aquí el crucero es mucho más peligroso que el submarino a causa de su visión más extensa, de su mayor velocidad y radio de acción. E s en estas zonas, cerca de los puertos de salida, de llegada o de escala, en donde la aviación se hace más necesaria. P o r los informes de los comandantes de submarinos que han tenido que protegerse de los ataques aéreos, sabemos que tal forma de ataque era la más terrible de todas y que cuando un submarino estaba en la superficie ocupado en vigilar su presa, se retiraba en cuanto veía una escuadrilla o escolta de aviones. E s t o explica por qué durante toda la Gran Guerra ningún barco escoltado por aeroplanos fuese echado a pique. El submarino teme al avión más que al acorazado, porque el surco en V que produce el periscopio es fácil de ver desde lo alto, mientras que a un barco no le es posible distinguirlo. Además, este último necesita varios minutos para virar de borda, acercarse a! submarino y enviarle una- descarga mortal. El mismo número de segundos necesitará un avión para dejar caer bombas sobre el enemigo sumergido. Algunos tienen la costumbre de decir que durante la guerra los aviones no destruyeron más que un número reducido de submarinos. La razón es que el submarino rehuía el ataque en cuanto los divisaba. P o r lo que se refiere a la defensa aérea, Kimberley, sobre la costa noroeste de Australia, es un punto precioso para nosotros. Aquella provincia dispone de puertos excelentes, pero carece de ferrocarriles. Las bases navales y aéreas que se encuentran actualmente en Singapore debían ser trasladas a Kimberley para su defensa y alimentación de las escoltas aéreas y marinas de nuestros barcos que van a E x t r e m o Oriente o regresan. H e aquí una buena lección: en 1917, el Leonardo de Vinci al lado del buque almirante, en el Adriático. Muchos otros barcos sufrieron la misma suerte. Aquella traición fué de ejecución fácil porque hombres nacidos en la provincia austríaca del Adriático y hablando correctamente el italiano se habían alistado como marinos italianos. L a mezcla de razas y de idiomas en Singapore podría acarrear las mismas consecuencias; En resumidas cuentas, como la vida de nuestras islas no depende sólo de ellas, sino de nuestro Imperio, por quien tenemos además la obligación de velar, es preciso organizar cuanto antes nuestra defensa aérea. Ello constituye una seguridad para la vida nacional. -Mark Kerr. Copyright Agence Litteraire Internattonale. t

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