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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-06-1935 página 169
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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-06-1935 página 169

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Una ¡nierviú eon el Jefe del Estado Mayor del ejército francés La moral del ejército es magnífica nos dice el general Gamelin Por JEAN EPARVIER E N lo alto del Col Bayard, los cazadores alpinos están alineados a lo largo de la carretera. A mil doscientos metros de a. ltura, corta el aire de esta mañana iría de abril. El sol, resplandeciente cómo un botón de guerrera, se refleja en las placas de nieve con que se cubre el pico de Cahino -Uri batallón de nubes desfila en ordenj perfecto, simulando ligera caballería blanca, por encima de los p r a dos rojizos. Los hombres tienen por lo general rostros agradables enrojecidos por el i r í o b a jo sus boinas ...reglaKíentaEianiejite echadas sobré la oreja. Sus piernas membrudas, r e fuerzan se con el bandaje especial, llamado d e c a z a d o r Doce m e t r o s de paño no son demasiado para moldear las extremidades inferiores de los diablos amles Con sólo verlos, tan inmóviles, t a n orgullosos de sí mismos, desde el simple soldado al comandante, presiéntese e! potente espíritu de unidad que constituye la t u e r z a de este ejército de escogidos. Todo respira tradición cuidadosamente conservada; h a s t a el último de los hombres está convencido de ser el soldado, m á s marcial de la mejor sección del arma más lucida de Fraiicia: los cazadores alpinos. Gracias a. este espíritu, los batallones se convierten, ya que no en famíHas, por lo menos en equipos en los que reina el espíritu deportivo. P o r fin, aparece el jefe. Vicepresidente del Consejo Superior de la Guerra, jefe dei Estado Mayor General del ejército, el general Gamelin llega de Grenoble. L a séñora de Gamelin, que acompaña a su esposo, permanece un poco apartada, en el anto, allá en la carretera. Acto seguido comienza la m a n i o b r a Se t r a í a de la conquiste, entre el Col Bayard y el Col de Manse, de una important e zona de terreno. Los cazadores del segundo, ejecutan con gran brillantez el t e ma propuesto y viene luego la crítica t r a dicional de la maniobra a cargó del comandante ante el chalet- refugio del Col Bayard. El gteneral Gamelin, con uniforme de diario, ha asistido a la operación. E s u n hombre m á s bien pequeño, todo nervio, sin ser delgado en demasía; su rostro refleja una bondad extraordinaria. Su aspecto es le menos marcial que puede imaginarse; SÍP uniforme se parecería a la imagen que t o dos nos forjamos de! ingeniero o del rico industrial. Tiene más de sesenta años, aunque su saludable aspecto le haga represen- tar apenas los cincuenta. Su antiguo batallón. La presentación que acaba de hacérsele y la niániobra de, que ha sido testigo son para él a l g o m á s que una Siimple formalidad. Ese batallón, que con tanta precisión acaba de evolucionar a n t e sus ojos, es el que personalineiité m a n d a b a en, 1913. El jefe del E s t a d o Mayar pasa a h o r a revista a sus antiguos soldados. Con lá bayó. neta calada, los hombres presentan las armas, fija la vista y la postiira r í g i d a el célebre Sidi B r a h i m hace v e r d a d e ras filigranas con su cornetín, mientras el jefe, aociinipafiado de su oficial dé Estado Mayor, capitán Vallier, desciende lo- s siete kilómetro i de carretera seíp enteada- que conducen a Gap, en donde se celebra una comida íntima. A pesar del ingreso de los reclutas, y con motivo de la prolongación del servicio de la clase Ircenciable, los permisos son numerosos y los cazadores parten alegremente de la capital de los Altos- Alpes, para disfrutar sus vacaciones. T a m b i é n el generait Gameliin emlpieza su descanso. En. estos m o m e n t o s está en N i z a y es en el Hotel Real, en el paseo de los Ingleses, donde ha tenido la amabilidad de concedernos unos minutos de audiencia. E n Niza, adonde h a ido a p a s a r una semana, el general Gamelin rehuye, en lo posible, toda, clase de visitas y manifestaciones oficiales. Invitado a t o m a r parte en los festejos franco- británicos, el general no quiso aparecer por ellos. Nos recibe en el h a l l del hotel. -M i generail- ¡le deciimo Si- t o d o s nuestros lectores, o por lo m e n o s la m a yoría de ellos, desearían conocer m á s a fondo al jefe supremo de nuestro ejército. Este artículo siguiente. termina al final de la página

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