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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-06-1935 página 170
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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-06-1935 página 170

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ESPERANDO LA GUERRA Los ejércitos de varios países del mundo Por EL GENERAL X C HINA. -Pese a la conturbada situación- -o quizá por ella- -en que desde largos años se encuentra el que fué Celeste Imperio, los chinos entran en la civilización por la anchurosa senda de los armamentos. Esto de civilizarse por medio de las armas no es un humorismo del que firma, acaba de proclamarlo un escritor inglés que clasifica los pueblos en tres categorías: Civilizados, los que poseen ejércitos magníficos; a medio civilizar, los que tienen ejércitos ineficaces incivilizados, los que no cuentan con ejército. (Véanse los artículos aparecidos el 17 de mayo en la Prance Militaire y en el Militar V ochemblait acerca de los carros de combate) Establecidas estas categorías que causan asombro a nuestros filósofos y políticos, hay que reconocer que China es un país supercivilizado; mantiene sobre las armas 80.000 oficiales y 1.800.000 soldados en 174 divisiones; 300 aviones de combate y 30 buques de guerra, pero si se tiene en cuenta que la población de China es de 450 millones de habitantes, la proporción de fuerzas militares es tan pequeña que habrá que incluir a los chinos en la categoría segunda; un soldado por cada 450 ciudadanos no da derecho a figurar entre las naciones civilizadas según el criterio británico. cuando peleaba al lado de los jinetes españoles) y de aviación; una marina de lanchas militares, sumando 184 toneladas, asume la vigilancia de sus orillas; en fin, ejército minúsculo, pero bien conformado, como esos liliputienses cuyas proporciones no difieren de las de las personas mayores. Turquía. ¿Qué fué de aquel inmenso poderío? Aquellas posiciones que extendían su dominio desde el Califato de Córdoba a las proximidades de Viena, señoreando el Mediterráneo, el Norte de África y el Occidente asiático, ¿qué se hicieron? Y menos mal para los turcos que en la agonía de su nacionalidad han encontrado un hombre capaz de ahuyentar a la m u e r t e Kem. al- bajá, galvanizó el casi cadáver de T u r quía; le dijo como Cristo a L á z a r o ¡Levántate y anda! y el muerto se puso en pie y al tiempo mismo que modernizaba sus instituciones políticas y su islámica costumbre, empuñó las armas, organizando un ejércitoconsiderable, que supo derrotar a los griegos encargados de enterrar el cadáver y negarse al desarme impuesto por el Tratadode paz, Turquía tiene hoy nueve cuerpos de ejército con 18 divisiones; cinco divisiones de caballería independiente; artillería de todas clases; aviación, estado, mayor central, tres inspecciones generales, servicios auxiliares perfectos, cuerpo del tren motorizado, 20.000 oficiales, 10.000 suboficiales, 150.000 soldados en filas; primeras reservas equipadas e instruidas de tal manera que en horas solamente, los efectivos alcanzan la cifra de trescientos mil hombres academias militares, cursos de perfeccionamiento y cuanto puede necesitar un ejército para repetir el gallardísimo papel representado en los Dardanelos. A las fuerzas armadas añádanse 40.000 hombres de gendarmería en 17 batallones y 6.000 de aduanas o carabineros. El embrión de la marina militar no es despreciable: dos acorazados de batalla, dos grandes cruceros, nueve torpederos y cuatro submarinos: i.ooo oficiales y 7.000 soldados de marinería. Se calcula que Turquíapuede movilizar y armar desahogadamente un millón de hombres; no tiene más que trece millones y medio de habitantes, de ellos un millón en Europa y el resto en Asia. T u r quía es- un peón de importancia en el tablero de la futura guerra. Finlandia. -Un salto hacia la antigua Rusia Occidental y aparece en cabeza de los pueblos desgajados del soviet comunista. Finlandia, con su ministerio de la defensa nacional y su gran estado mayor, que para Albania. -Dejemos Asia, donde las ambiciones comerciales y la expansión colonia! ponen en jaque a rusos, japoneses, americanos, ingleses y franceses- -lo que no es ningún aspecto tranquilizador- -y saltemos a la pequeña Albania, cuyos soldados, allá en el siglo de oro, hacían muy buena figura peleando junto a nuestros tercios en Alemania y en Flandes; los historiadores españoles son un poco ingratos con los albaneses, leales y fieles como no lo fueron ninguno de los amigos de España en los tiempos en que luchábamos contra el mundo entero; nadie los cita en las batallas que ganó Carlos Y y en las que tiñeron de sangre el agua de los canales y pantanos flamencos; merecen los albaneses un recuerdo a su lealtad y su valor. E s un país chiquitín: un millón de habitantes sin embargo, posee su guardia real, de espléndida presencia, 12 batallones de infantería, 22 baterías, carros de asalto, dos cuerpos de zapadores y pontoneros, automovilismo, real escuela para oficiales, cursos de perfeccionamiento, guardia de fronteras, servicio obligatorio, reservas instruidas, instrucción preliminar, servicios auxiliares completos, entre ellos cuatro espléndidos hospitales, 700 oficiales y 20.000 soldados. Carece de caballería (que fué magnífica

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