BLANCO Y NEGRO MADRID 19-05-1935 página 192

t o r p e z a fué- -por resentidos con el re 3 -constituir un Consejo de E s t a d o que debía, poce a poco, substituir al poder r e a l el disgusto general del país, en vez de d e r r o car la monarquía, la s a l v ó organizaciones profesionales y nacionalistas trabajan p a r a d e s h a c e r los clans políticos y la labor de los revolucionarios macedonios a fin de lleg a r a un régimen constitucional, que aun p a r e c e lejos porque el n ú m e r o de p a r t i dos es e n o r m e y no hay modo de formar grandes mayorías. E n el dominio dé las relaciones con el ext r a n j e r o parece que todos los gobiernos que se van sucediendo continúan la acción 4 e l p r e c e d e n t e reforzar la amistad con Yugoeslavia y reanudar las relaciones di ¡plomáticas con los soviets, m a n t e n i e n d o acuerdos con todos los Estados conforme al pacto de Atenas, a u n q u e con ciertas r e s e r v a s reservas que, como ha proclamado recientemente Titulesco, no alteran n a d a ila cordialidad que p a r a Bulgaria tienen sus vecinos, ni las posibilidades de desarrollar el pacto balkánico. E n esta orientación internacional influyó mucho siempre el afecto persona! q u e s e profesaban el r e y de Yug oeslavia Alejandro, asesinado en Marsella, y el rey Boris de Bulgaria, cuyo pacifismo es tan evidente que se demostró en u n a frase; Antes de conducir a mi patria a ¡a guerra, dejaría el trono P e r o las actuales circunstancias han cambiado un poco las a n t e r i o r e s el r e a r m e del a n t i g u o aliado alemán despierta en los búl: garos cierto estímulo de imitación; el ejérc i t o de Bulgaria era numeroso y f u e r t e la inmensa mayoría de la oficialidad perdió su carrera y su porvenir al cumplimentarse- el tratado de V e r s a l l e s hoy ven en el h o r i z o n t e una posibilidad de reintegrarse en í u profesión y quizá de recobrar p a r a su país la perdida g r a n d e z a el ejemplo de Austria y de H u n g r í a pidiendo r e o r g a n i zar sus ejércitos cunde en Bulgaria y viene a complicar la vida interna de la nación y. del ejército; porque el desmovilizarlo y p o r efecto de la presión que los militares íian ejercido sobre tqdos los gobiernos, la institución armada conservó la magnitud de ios centros directivos a pesar de la exigüedad de la masa. El ejército búlgaro es una cabeza deforme con un cuerpo esquelético; tiene un ministerio de la Guerra con 16 secciones: u n a Inspección general p a r a cada A r m a y servicio, que suman seis; un Estado M a y o r Central con todas las actividades- -en p a pel- -de este género de o r g a n i s m o s un Consejo Superior de la Guerra nurneroso, que es el cuerpo consultivo, y todo este andamiaje espléndido p a r a un diminuto edificio de ocho regimientos de Infantería, tres de Caballería, veinticuatro, baterías de diversas especialidades, cinco batallones de Ingenieros y una Escuela Militar. ¿H a n conservado los búlgaros todo el atuendo burocrático y técnico con la esperanza de darle ocupación algún día? ¡Cuesta t a n t o resignarse a la desgracia! P a r a Bulgaria no existe la aviación ni la artillería de largo alcance, ni los carros de combate, ni la fortificación de las fronteras, ni la m a r i n a militar, ni la organización de reservas, ni las maniobras generales todo le está prohibido por los T r a t a d e s de 20.000 hombres n o puede pasar su ejército; de cuatro lanchas en el Danubio su m a r i n a los 7.000 g e n d a r m e s de su p o licía no pueden usar m á s que a r m a m e n t o s c o r t o s y esto a perpetuidad, como condena eterna, e n t r e los países balkánicos armados formidablemente. Sin b a s t a n t e fuerza p a r a realizar lo que ha hecho Alemania y debilitada su energía en las luchas de política interior, ve en el r e a r m e un reconstituyente del espíritu nacional: ¿se lo concederá la Sociedad de Naciones ante la cual ha de plantear su demanda? L a Sociedad de Naciones, desde su fundación, no ha sido sino un agente de sus fundadores, de Francia y de Inglaterra. I n eficaz siempre que se ha tratado del d e s a r me de los pueblos fuertes, ha condenado moralmente el de Alemania, proclamando por boca de un español que el derecho debe prevalecer sobre la fuerza, como si la fuerza no fuesen EVancia, Inglaterra e Italia reunidas y como si el derecho no necesi- tase de la fuerza p a r a ser realidad, m i e n t r a s los hombres sean hombres y no á n g e l e s y en fin, como si para demostrarlo n o se viere sobre las a g u a s de Algeciras la somb r a del Peñón. -El General X.