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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-05-1935 página 171
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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-05-1935 página 171

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Las relaciones políticas entre estos pueblo octlpán diez siglos de la Historia, incluyendo nombres de emperadores, de reyes, de príncipes, de reinas y de hombres de estado. Los italianos, por ejemplo, están profundamente integrados en la Historia de Francia por Catalina de Médicis, por Gambetta, por Mazarino, que garantizó la paz sobre el Rhin. durante dos siglos; por Gallreni, que. salvó a P a r í s en 1914 y, sobre todo, por Napoleón, a quien Louis Madelín, de la Academia Francesa, en su última obra, considera omo italiano de pura cepa. Después de este rápido resumen, se comprenderá que, no es ningún absurdo hablar de pueblos latinos El denominador común, latinidad exisld entre esas naciones desde, hace muchos siglos, aunque, de vez en cuando, algún literato haya declarado que fué doloroso el que la dominación rorñána impidiera la afirmación de las civilizaciones autónomas; lamentaciones completamente superfluas, puesto que si es verdad que han desaparecido algunas civilizaciones autónomas, no es menos evidente que el motivo no fué otro que el de su inferioridad con relación a la de Rorna. P o r otra parte, los pueblos latinizados mostrábanse orgullosos de vivir bajo el amparo de las leyes romanas, hasta el punto de que, en los momentos críticos, se convertían en los defensores más encarnizados de la unidad del imperio, al que por otra parte dieron emperadores, filósofos, poetas y caudillos. P o r consiguiente, si consideramos suficientemente demostrado que la latinidad es un hecho, falta por saber si es posible servirse de ella como base de un sistema de acción política. El problema entraña una importancia capital, pero la solución no puede ser más que negativa. Los cursos de política diferentes entre las naciones latinas, su situación geográfica y demográfica, su línea de conducta en cuanto a la política exterior, son puntos que no pueden ser unificados. Podría resultar peligroso llevar la discusión al terreno sentimental. L a entente entre Francia e Italia parece cierta; el día de mañana podríamos llegar a una entente relativa al Mediterráneo occidental entre España, Francia e Italia; mas el bloque político latino será dé constitución difícil porque podrían encontrarse intereses en el momento de crear esa identidad que implicaría una unidad de acción. De ello pudimos darnos cuenta con ocasión de la guerra mundial, puesto que España permaneció neutral, no por miedo a la guerra, porque el soldado español es valiente como el que más lo sea, sino a causa de intereses españoles indirectamente afectados. Desde que el mundo es mundo, los intereses fundamentales de íos pueblos son aque- BENItO MUSSOLINI, AUTOR DE ESTE ARTÍCULO (CARICATURA DE SIRIO. líos que deterrftiaan su política exterior, y esos intereses, a su vez, son consecuencia de su situación geográfica y demográfica. Algunas guerras pueden haber sido resultado de cuestiones de sucesiones dinásticas, pero; en realidad- los hombres se mataron siempre entre sí para la posesión de tierras con tiguas á ríos, o de transportes fluviales hacia él mar, por la conquista de cimas montano sas estratégicas o por la de fértiles tlariuras. Son estos intereses los que se convierten en fuerzas potentes, desarrolladas por el dinamismo de los pueblos, en razón de determinadas condiciones geográficas y numéricas. Ante un ideal de paz y de colaboración europea, es indiscutible que el acuerdo entre Francia e Italia, con sus 80 millones de habitantes, constituye un elemento de estabilidad y de equilibrio. Esa latinidad concreta y armada, representa una suma incalculable de valores históricos, espirituales y políticos, para la defensa, no solamente de Su existencia, sino de su porvenir, y también para la defensa de la existencia y del porvenir de la civilización occidental, esta cÍviHzació gloriosa que no puede rüoñr. -Benito Müssoíini. Copyright Opera Mundi Press.

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