BLANCO Y NEGRO MADRID 28-04-1935 página 88

de i- ecen las rosas de pitiminí y se formati guirnaldas de jazmines, casi se tocan los toros. Cada balconcillo está lleno de senté castÍEa y pinturera. Los ruedos de cañas, del vino incomparable de la tierra, brillan al sol y se encienden y despiden luces de to! ¡acios. Con sus canastos píanos y en forma de cKho, cruzan incesantemente por los balconcillos los vendedores de lang ostinos, de cangrejos, de mojama, de bocas, de camarones. Pasan también los ílos de los corrucos, de las avellanas, dé los garbanzos tostados, de las almendras salaiüas, y mocitos de garbo, en alargados cañizos como en un florero ideal, presentan a los señoritos que van acompañados y en plan rumboso esos claveles reventones blancos y rojos, que sólo entregan toda su fragancia en Sevilla. ¡Mira, mira: aquer negro con el lucero en la írente y que se encampana ahora, le toca a Bermonte, y aquer berrendo botinero ue está apencao en la vaya, a Cagancho! El que habla es un mocito guapo, bien plantado, que tiene cerca a una niorenaza de ojos verdes, como los de la Pastora Imperio. Los dos entierran la mirada en los corrales que se forman de cuadrados casilleros, y que van sucediéndose bajo los balconcillos (le la venta. Verde también, azul y de oro, es la tar le. El terreno llano se extiende hasta el dilatadísimo horizonte, donde ya el paisa ie y el cielo se confunden. El aire tiene una divina transparencia. Lejos se ven temblar y recortarse en el espacio las gráciles ihietas de unos álamos y de unos eucaliptos. Suenan esquilas y cascabeles. De vez en cuando, también un mugido y un relincho. De coches, jinetes a la andaluza, amazonas y gente a pie, están llenas las proximidades de la venta y de los corrales. Un granujilla mira al cielo, abre la boca y sale por bulerías, otro lo imita, cantan- jj