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BLANCO Y NEGRO MADRID 21-04-1935 página 184
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BLANCO Y NEGRO MADRID 21-04-1935 página 184

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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90 PERDIDOS EN VENT S podría conseguir de lo que allí me llevaba. cho: ¡eran Skor y I uare! ¡El hombre Me fijé en aquellos corpses, que iban pin- 1 odiado y la mujer adorada Ella, radiante de hermosura, líevaba la tados. para aparentar vida y salud: sólo sus ojos vidriosos y su paso torpe denota- cabeza erguida, conservando su orgullo y ban la horrible verdad, la tragedia de sus su altivez pero el asco, la angustia y la desessperación que reflejaban sus ojos me vidas ficticias. Para imitarles y no despertar sospechas, hacían el efecto de una puñalada en mitad como no podía disfrazar mis ojos, resolví del corazón; sin embargo, y a pesar de ello, llevarlos humildemente, mirando al suelo renació en mí una leve esperanza... Vi en mientras durase mi lúgubre aventura. Entré sus ojos la vida, y esto me demostraba que en el ancho corredor con paso vacilante, Skor no había aún hecho con ella ninguno colocándome detrás de un hombre que lle- de sus terribles experimentos. A, mbos se sentaron a la cabecera de la ví. ba una inmensa fuente, abarrotada de manjares. Le seguí hasta una gran sala, en mesa. Skor. en el sillón preparado al efecla cual vi, ante una mesa larga, una hilera to; Ihtare, a su derecha, casi a tres pasos de mí, y los invitados, como movidos por de comensales de uno y otro sexo. Allí, por lo menos, había seres vivientes, un resorte, ocuparon instantáneamente sus que, sin duda, eran, como Skor, los propie- puestos. -r, tarios de Kormor. Tenían un aspecto tristei ¡0 e destino el mío! Iba a buscar a h ¡úy taciturno, lo cual no era de extrañar, da- ahoraencúntraba a I uare. ¿Como libertarla. te y que la. había encontrado? do el ambiente que les rodeaba. Tanto ello: N! o podía, desde luego, precipitarme. Alli, como ellas eran de una gran hermosura. Me admiraba, sin acertar a explicármelo, cómo rodeado de seres extraños y diabólicos, en habían ido a parar a la horrible ciudad de poder de un enemigo formidable e invenci- ble por la índole de medios a su alcance, sala Muerte. La pieza en que el banquete se celebraba bía que por la fuerza nada podría conseera más bien larga que andia, pues por de -guir. Estrategia y astucia eran las únicas tras de los comensales casi no había sitio armas que podían llevarme al triunfo. Recorría la habitación con la tnirada: en para el naso de los criados que iban sirviendo alrededor de la mesa y que estaban tan un lado había ventanas; en e! centro de la maravillosamente pintados, que, a primera pared opuesta, una puertecita, y en el extremo, la puerta principal; detrás de mí exisvista, parecían seres con vida. En un momento eñ que juzgué que podía tia aún otra salida. Aun no sabiendo cómo pasar inadvertido entre aquella multitud, y me arreglaría, iba recogiendo datos, por st amparándome en la estrechez de la sala que acaso. Skor dio un tormidable golpe sobre la confundía a unos con otros, me deslicé por detrás de los comensales como buenamente mesa con el puño cerrado. Instantáneamenpude, llegué al lado opuesto del salón, don- te, todos los comensales se pusieron de pie. de un sillón enorme, que presidía la cabe- Skor alzó su copa y todos le imitaron. -i Por el rey 1- -brindó. cera de la mesa y junto al cual me coloqué Y todos repitieron, como un eco: con el mayor descaro, indicaba el puesto de i Por el rey! Skor. al cual tenía forzosamente que acer- i Bel ed! irdenó; y todos le obedecarme, si había de encontrar a Nalte. El- contacto con aquellos seres y el de- cieron. Reinaba un silencio sepulcral: jamás fué tenimiento con que pude observarles hizo iue pronto me diese cuenta de que allí el aplicado mejor este adjetivoSkor, mostrando daramente su enojo, ruúnico ser viviente era yo. Porque no hay caracterización por perfecta que sea que gió con rabia i Reíd 1- -y los invitados rieron frenépudiera dar vida a aquellos ojos, ni fuego ticos, si a la sangre, ni luz a las almas. ¡Pobres cria- gica que bien con aquella risa hueca y tráme escalofriaba. turas! j Me inspiraban verdadera lástima! Pronunció Skor unas palabras, que no perDel extremo opuesto del salón salió un resonar de trompetas: todos los comensa- cibí, y al terminar su monólogo, ordenó: -i Aplaudid! 3- al otedecerle los especles se pusieron de pie, dando frente a aque- tros con un aplauso unánime, Skor se inlla dirección. clinaba, saludando y agradeciendo con sonComo cabeza de una comitiva, aparecie- risa de satisfacción. ron cuatro trompeteros, y tras ellos, ocho De pronto, sentándose, ordenó; soldados con brillantes uniformes. Dk- trás- i Comed! -y fué obedecido mecánicade éstos iba una pareja, que ocultaban a mente. mis ojos los guerreros y heraldos que mar- -Hablad! -rugió, y todos- sus invitachaban en cabeza. Odio soldados más ce- dos empezaron a conversar a la vez, rraban el cortejo. Alegrémonos! i- -gritó Skor- Hoy es Una vez dentro del salón, el acomoaña- un día grande para Morov: o. -i traigo a mienti; se colocó en hilera a ambos lados, vuestra futura reina- aña (lió. señalanilo a dejando el paso libre a la pareja. Mi co- Dkiare. Ei silencio era imponente. razón pareció querérseme escapar de! j c- ¡Aplaudid! -y hK- t; o de ser obedecido

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