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BLANCO Y NEGRO MADRID 21-04-1935 página 178
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BLANCO Y NEGRO MADRID 21-04-1935 página 178

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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84 P E K o I 1 o S EN V E N IJ S tlemente por individuos indeseables ifjara la i béis perdido a la mujer amada, y comprendo paz de esta ciudad. que no hay palabras capaces de dar consue- -1 paz de Havatoo tiene mucha más lo a vuestra penaimportancia que la vida individual- -repli- En verdad, os aseguro- -repliqué -que có uno de los jueces- Cuando hayamos de- si hubiese amado a Nalte, no estaría más terminado la responsabilidad en que cada afligido de lo que estoy. uno incurrió al violar el silencio ciudada- ¿Si la hubieseis amado, decís? Pero... no, se discutirá el otro aspecto del asunto- es que acaso no la amáis? En aquel momento, el otro escribiente se- -Nialte y yo somos excelentes amigos, aproximó a los jueces: pero nada más- -respondí- E 31 a no me- El nombre del detenido que dice lla- quiere. marse Mal Un no aparece en el registro de Ero Shan no costentó. Ya habíamos lleHavatoo. t; adn: ei trozo de calle donde se hallaba la Todos los ojos se volvieron hacia mi ene- casa oue buscábamos, estaba muy próximo a migo, y por primera vez le vi a plena luz, una de las arterias principales de la ciu ¡y vi sus ojos! dad. Inconscientemente, recordé lo que antes Ero Shan detuvo su coche junto a la había advertido: el frío glacial de su piel, escala que subía al paseo de peatones, y que percibí durante la lucha... momentos más tarde, nos hallábamos ante Sin esperar más, me dirigí a los jueces, la puerta en cuestión. Después de repetidas gritando: llamadas, que no obtuvieron respuesta, pro- ¡Ajhora lo comprendo todo! Cuando lle- bé a abrirla, no encontrando la menor regué aquí, me dijeron que en Havatoo hay sistencia. pocos hombres malos, pero que, en ocasioPenetramos en el interior de la casa, que nes, sin saber cómo ni por dónde, venían se hallaba a obscuras, y lamenté no haber algunos de Kormor y robaban cuantos hom- líevado armas. Pero en el pacífico Havatoo, bres y mujeres podían. Pues bien: este los hombres no acostumbran a ir armados. hombre es de Kormor: no es, en realidad, Ero Shan encontró la llave de la luz, y un ser humano, sino un corpse- El y su cuando se iluminó la estancia, vimos que acompañante querían capturarnos a Nalte y ésta se encontraba desamueblada. a mí, por orden de Skor. El edificio constaba de dos pisos sobre el Con toda calma, los jueces emitieron nn nivel de la calle, más él de la planta baja. breve informe sobre Mal Un, y después Registramos primero los dos superiores y de deliberar unos segundos, sin moverse de el tejado, pues en aquel barrio casi todos su asiento, ordenaron al relator que pronun- los tejados eran terrazas adornadas como ciara la sentencia; y después de carraspear jardines. -Pero en ninguna parte advertíanun poco, dijo así: se señales de que el inmueble estuviese ha- -Mal U n seréis decapitado, y quemado bitado. Descendimos a la planta baja, sin después. Y vos, Carson Napier, quedáis en obtener mejores resultados. Había en el libertad, con todos los pronunciamientos fa- centro una especie de garage, y a su alrevorables al mismo tiempo, se os autoriza dedor, varias piezas grandes y destartalapara organizar una partida de investiga- das, a modo de almaoenesción, a fin de libertar a vuestra compañera, En esta casa no hay más seres vivienpudiendo contar para ello con todos los ciu- tes que nosotros- -dijo Ero Shan- Han dadanos de Havatoo, que os ayudarán en debido llevar a Nalte a aleún otro sitio. Hjay cuanto necesitéis. que hacer un registro serio y minucioso, y Cuando abandonaba la habitación, oí una éste sólo puede llevarse a cabo previa orestrepitosa carcajada, cuyo recuerdo me den del Sanjon, que vamos a buscar ahora atormentó largo tiempo. ¡El corpse se reía mismo. de su sentencia de muerte! Id vos solo- -dijo- yo me quedo aquí, La primera persona en quien pensé para pues creo que no detemos de perder de vismi plan fué, naturalmente. Ero Shan. Y ta esta casa. Marché a buscarle en el acto. -Tenéis razón: quedaos. Yo no tarda- -i Qué ocurre, Carson? me preguntó- ré mucho. Creí que estabais spn Nalte. Al marcharse Ero Shan, me dediqué a Al referirle lo ocurrido, se puso lívido: explorar el edificio con todo detenimiento, No hay tiempo que perder! -excla- Recorrílo de nuevo, pieza por pieza, buscando algún escondrijo en donde pudiera oculmó- ¿Podríais reconocer esa casa? tarse alguna persona. Le contesté afirmativamente. Una vez registrados todos los pisos de- -Aquella puerta- -dije- -no se me borra arrite, me dispuse a hacer lo mismo con el de la imaginación. -Desped d vuestro coche- -dijo- -r utili- bajo: todo el edificio delataba el más completo abandono y el polvo cubría suelos y zaremos el mío. Y en él nos dirigimos hacia el lagar en paredes; observé, sin embargo, que en una de las habitaciones interiores se advertían donde había visto desaparecer a Nalte. -Os acomj año sinceramente en vuestro huellas de pisadas recientes, en un rincón dolor, amigo mío- -dijo Ero Shan- Ha- que habíamos pasado por alto durante núes-

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