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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-04-1935 página 64
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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-04-1935 página 64

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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certaban para abrirles paso, escoltarlos y defenderlos. La limitada imaginación humana se ha ¿I jf? complacido en c r e e r fe. V H l í necesario añadir pro dig- ios y prestar milagros al Prodigio Sumo, al Milagro eterno. Y lo maravilloso, lo en e. -J- t trañablemente enternecedor, es que la Divinidad acepte y busque la humana sencillez y afronte los trabajos y penalidades de los míseros mortales Hi sometidos a la ley común. Por eso en las i tett. horas de zozobra y de privaciones afanábase José, lloraba la Madre y el Hijo era dulce sonrisa... Herodes hizo matar a todos los párvulos menores de dos años existentes en Belén, dando por cierto que entre los inocentes sucumbiría el Adorado por los Magos, el Deseado por los pueblos, el que ya algunos proclamaban Rey de Israel. Y Herodes, cruel, aborrecido y sanguinario tirano, muere en -Jericó, entre atroces sufrimientos, empozo fiada el alnla, ulcerado- J el cuerpo, plagado de larvas, A la misma hora en que el tirano se deshizo en podredumbre, PEISTERA K T S E Z r B JESÜS EN NAZAjaESr (DIBUJO DÍE VASf H 0 I B) José toma al Niño y a la Madre y da por terminado el destierro, amables para regalo del oído, pero sin funLa voz reveladora avisóle que ya era muer- damento de verdad. to el enemigo, el verdugo propuesto a acáA conciencia de Ip que son, merecen re bar con la vida de la Vida inmortal y cuerdo algunas de ellas. Dice una leyenda: eterna. E n aquel tiempo la morada del carpinY fué alborozo la tornada de los desterratero de la aldea había cobrado animación dos al hogar. con el ruido del trabajo y con los juegos y retozos de un pequeñuelo. Chirriaba la Leyendas de Nazaret. sierra, silbaba la garlopa, golpeaba el marAbriles de poesía han llovido pétalos y tillo, y el pequeñuelo seguía con mirada aromas sobre la Casa de Nazaret, adornan- curiosa la dura faena de aserrar troncos, dola o pretendiendo adornarla con los pri- desbastar gruesas tablas y labrar toscos mores y arrequives de ensueños que nunca utensilios. lx) s montones de leves virutas y tuvieron realidad, de portentos que jamás se los chorros de serrín eran encantadores para operaron. La leyenda, con intención piado- juguetes. Pero aquel día el Niño del carsísima y hasta con aciertos de artista, ins- pintero contaba con distracción más atráctaló sus telares en Nasra y no lia desean- íiva. Pedro, el alfarero, le hizo donación de sado en la tarea de tejer y bordar, con áureos un puñadito de arcilla, de torro como el hilos de fantasía, deleitosas consejas, muy empleado por el Creador para modelar a m ié

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