Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1935 página 187
BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1935 página 187
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1935 página 187

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página187
Más información

Descripción

EBiGAR RICE. BUÍÍROUGHS 5.7 Sí, Ñálte- respond? la adoraba. Nalte suspiró: -iD ¡ebe ser triste perder á la esposa a quien se ama. -iDuare no era mi esposa. ¿No? y Nalte mostrándose sorprendida- ¿Fiitonces... -añadió- vuestra compañera... -Duare no me quería- repliqué con trist e z a- P o r lo menos, así me lo confesó. Era hija de un rey, y no podía amar a nadie hasta cunuplir los veinte años. Naíte se echó a r? ír: Para esclavizarnos, el amor no escoge los momentos, de acuerdo con las leyes y costumbre de los pueblos. -Es que si Díuare me hubiese amado, no habría sostenido esa teoría. Ni siquiera es tábale permitido hablar de amor, por ser, además de la hija de un rey, demasiado joven para ello; yo tampoco lo entiendo, pero es que desconozco vuestro mundo y costunxbres. -Yo tengo diecinueve años- -dijo NW le- y tainbién soy hija de un rey; i ero si yo sintiera amor por un hombre, se lo confesaría sin rebozo. -Tal vez en vuestro país rijan distintas costumbres que en el de Duare. Indudablemente, así debe ser- -convino Nalte- porque en mi país un hombre no debe hablar de amor a una mujer mientras ella no se le haya declarado. Y la hija de un rey escoge su compañero cuando le place. (Esa costumbre tiene, sin duda, grandes ventajas; pero yo, de acuerdo con los impulsos y normas de mi raza, cuando amo a una mujer, quiero tener el derecho a decírselo. ¡Oh! Los hombres tienen mil maneras de demostrar su amor, sin necesidad de palabras. Yo conozco en seguida si un hombre me prefiere a las demás; pero si yo le amase mucho, no esperaría a que me lo dijera: se lo diría yo antes. ¿Y si éí no correspondía a vuestro cariño? Nalte movió levemente la cabeza y murmuró Yo haría que me amase. Era, en verdad, difícil no enamorarse de aquella mujer, tan adornada de subyug ores encantos: esbelta, sin ser demasiado alta, las líneas de su cuerpo eran realmente esculturales; su tez aterciopelado, de un aceitunado matiz, ofrecía marco de perfección admirable a sus ojos, bellísimos y de un brillo fascinador. La cabellera, espléndida y rizosa, deliciosamente enmarañada, cubríale casi la mitad de su cuerpo, y toda ella, en fin, transpiraba salud e inteligencia. Sus facciones, correctas y menudas, dábanJe un aspecto casi infantil. Y sobre todas estas gracias, la majestad que emanaba de su gallardo continente revelaba la nobleza de su sangre y de su cuna. No podía dudarse de que era la hija de un rey; yo estaba, por Jo visto, destinado a esta alta jerarquía de mujeres, y así se lo hice presente a Nalte, sonriendo. ¿Cuántas habéis encontrado? -me preguntó. Hasta ahora, sólo vos y Duare- -respondí. No son demasiadas, si consideráis la cantidad de reyes que hay en Amtor y el considerable numero de mujeres que se reunen entre sus hijas respectivas. Mi padre sólo, tiene siete. ¿Son todas tan adorables como vos? -interrogué, curioso. ¿Mfe encontráis, realmente, adorable? -Bien sabéis que lo sois; más aún, sois divina... -Pero me encanta oírlo de vuestros labios- -añadió dulcemente. De las profundidades del bosque llegaban a nosotros los rugidos, de las fieras hambrientas, juntamente con los lamentos de sus víctimas, que hendían los aires en un trágico resonar. Reinaba, imponente, el silencio nocturno, interrumpido sólo por el suave murmullo de las aguas, que discurrían en vertiginosa marcha hacia el llorado océano que me obsesionaba. ¡Vepaja 1 Sin Duare, mi bien amado, ¿para qué volver a ti? Juro por quien soy que quise dar a Nalte una contestación satisfactoria y adecuada, pero me venció el sueño y el cansancio sin lograr pronunciarla. De pronto, sentí que me sacudían por los hombros; abrí los ojos, encontrando los de Nalte, que mé contemplaban con fijeza: dPero es que vais a pasaros el día durmiendo? preguntó, riéndose. Era, efectivamente, de día; me incorporé, adonmilado aún, y miré en torno mío. ¡Bien! exciamé- H a transcurrido una noche más. -S í y nace un nuevo día. ¿Qué podrá reservarnos? i Quién sabe Procedimos a asar los restos de carne sobrantes del día anterior, que, unidos a lasfrutas recogidas, formaron nuestro almuerzo, continuando luego río abajo, en busca... ¿de qué? -iSi hoy no encontramos Duare, la consideraré pertlida para siempre- -dije, consternado. i Y qué ocurrirá entonces? preguntó Nalte. -r ¿Os agradaría regresar a vuestra patria? -Por supuesto. I- Entonces nos dirigiremos río arriba, hacia vuestro hogar. Nnnca llegaremos allá- suspiró Nalte- pero... 1- ¿Pero... qué? pregunté, intrigado. -N da; estaba pensando en que podríamos ser muy dichosos, mientras poníamos los medios de líegar a Andpo- -ílijo Nalte.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.