Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1935 página 165
BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1935 página 165
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1935 página 165

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página165
Más información

Descripción

EDGAR RICE BURKOUGHS 35 cendido insensíMeniente, 3i asta remontar para salvar las prominencias más pelijierouna altura considerable, si bien el ascenso sas, y no era cosa de rftpetir lo hecho. Asombrábame no sólo el valor de que había sido tan suave, que ni siquiera nos dimos cuenta de él. Y al verme de pronto, Duare hacía gala, sino también su resisdespués de tantos días de un vivir abruma- tencia física, sorprendente en una naturado por la espesura de la selva, ante aquella leza tan delicada, quebrantada, además, por inmensidad que parecía un abismo sin fon- las fatigas y privaciones de faunos días. do, producía en el ánimo un. efecto esca- Mostrábase- animosa y de un humor excelofriante y una violenta depresión. Pero lente; cuando tropezaba y estaba a punto todo esto se desvaneció en el momento en de dar en tierra, se reía alocadamente, sin que divisé allá abajo un anchuroso río, que, pensar que una caída durante aquel de. ssin duda alji na, desembocaba en el mar. censo equivalía a la muerte. ¡El m a r! ¡Al án! Cuando enconírábanio. s sitio propicio, nos ¡Qli, qué hermoso contraste con esta deteníansos un momento para descansar, y espantosa selva! -exclamó Duare, g ozosa. en uno de estos altos, reanudó Duare nues- -Con tal- dé que nos acoja tan bien co- tra interrumpida charla. -Decía- -recordó- -que por este camino mo este bosque, me daré por satisfecho. pasado algo Y qué otra cosa puede ocurrir, Car- ha- Tal vez sea más de una vez. son? ¡Es tan l ello todo esto! -replicó Dua- qué- pues para una cabra salvaje- -sindiotra clase de aiiimales re- Aquí vive, de seguro, g- ente buena, resulta intransitable. gíenerosa y amable como el valle en que Duare no sabía lo que era una cabra, v habitan. Donde hay tanta belleza, no puede haber maldad. Tal vez encontraremos quien yo no encontraba el animal venusianó cuy. i nos ayude a volver a Vepaja; estoy segTjra semejanza pudiese darle una idea exacta. E 31 a creía que Un mista! sería capaz de hade ello. cer aquel recorrido, y aunque a (uel nombre- -Dios oig- a vuestras palabras, Duare era para mí totalmente desconocido, por la- repuse. descripción que de él me hizo, juzgué uc- Mirad allá abajo! -exclamó- Hay sería algo parecido a una especie de rata, ríos pequeños, afluentes del rande y llanu- del tamaño de un gato. ras espléndidas, salpicadas de árboles; selMás tarde, en otro descanso que pudivas también, pero más pequeñas que la que mos permitirnos, me asomé a la vertiente, acabamos de abandonar. intrigado al- oír un rumor como de un ani- ¿No descubrís ningtin poblado, Carson? mal que Subiese barranco arriba; me dio Ños encontramos a tan ¡rran altura, un salto er corazón. que es dific lísimo... Las ciudades- estarán- -Creo que vamos a tener oca. sión dien las máríjenes del rio, y para divisarlas satisfacer nué. stra curiosidad- -inurmuré, dide- sde aquí, habían de ser muy jcrrandes, con rigiéndome a Duare- porque algún anialtos edificios, como rascacielos. De todos mal se acerca. modos, la niebla jmpide ver lo que quiera- -1 ¿Un mista! acaso? -ipregimió. que haya; no tenemos más remedio que des- -Ño; pero tampoco es una cabra salcender al valle, en busca de orientación. vaje. El rastro que nos había conducido a la E r a un lagarto, enorme y e. spantoso. covertiente torcía hacia la izquierda, siguien- mo de unos veinte pies de largo, que reptado el borde del barranco; pero de aquel sen- ba perezosamente hacia donde nosotros nos derito partía otro, que tomaba veiiticalmen- e ncontrátemos. te la dirección del valle en pronunciadísimo Apoyándo. se en mi hombro, se asomó zi. sr- za. sr. Duare al precipicio y ahogó un grito de te- -Poca gente, ha pasado por aquí- -dijo rror al ver al horrible reptil. Duare, mientras conterriplaba el mencionado- -Creo que es un vcrc- -dij y si lo es, sendero. ya podemos prepararnos: jamás vi ningu -Creo que deijíamos continuar un poco no, ptTo he leído mnolio sobre ellos; por más allá, para buscar un descenso más sua- eso creo reconocerle. ve- propuse. r- ¿í on peligrosos? pregunté. -No, no- -repuso Ehiare- Quiero ale- -iMortalniente peli. grosos- -me responjarme de este bosque; no debemos desperdi- dió- Contra un verc no es posible hacer ciar la ocasión que se nos ofrece. Alíruien nada. ha utilizado, este camino, y lo mismo pode- Procurad apartaos; yo le detendré aqxií mos hacer nosotros. hasta que os encontréis a salvo; después, -Dadme entonces la mano: está muypen- ya veremos. diente. Y me disípase a liacer frente al reptil, que Me obwleció, y aun ahora me espeluzna estaba j a muy cerca de nosotrus. recordar lo peligro. so del descenso, fatiiroCubrían su cuerpo escamas de vi. stosos sísimo además. Mil veces creímos despe- colores: verde y amarillo, mezclados con ñamos, y lo peor del ca. so era que no po- negro pizarra, en complicado dibujo. Ksdíamos pen. sar en retroceder, porque en al- téticamente, era una maravüLi. tTenía la gunos sitios tuvimos que andar s ateando cabeza parecida a! a de! cocodrilo, y a ca ia

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.