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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1935 página 174
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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1935 página 174

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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f PERSPECTIVAS PARA LOS DIEZ AÑOS PRÓXIMOS Alternativas del sistema colectivo Por EL PROFESOR A. E. ZINMMERN UÉ es y qué significa en la actualidad el sistema colectivo? ¿Cuáles son nuestras obligaciones, bajo su influencia? Antes de intentar una contestación a estas preguntas, dedicaremos un examen somero a los demás sistemas que encuentran defensores. Levántanse todavía algunas voces en nombre del aislamiento. Pero parece sospecharse que lo que esas voces desean no es, precisamente, im puro y sencillo aislamiento, sino un aislamiento del confusionismo continental. Al sostener esta pretensión, expresan indudablemente un sentimiento nacional muy arraigado, fortalecido más bien que debilitado por los acontecimientos de los últimos treinta años y sobre todo por el actual y triste espectáculo (en algunos sitios bárbaro) de Europa central y occidental. Este sentimiento es, no solamente comprensible, sino que en algunos respectos está plenamente justificado. El sentido común abunda más en él que en el inteniacionalismo demasiado fácil, de los que lo censuran. N o puede menospreciársele llegado el momento del delicado ajuste de nuestras relaciones con los países del continente y de ultramar. Otro detalle que, natuanualmente estos ejercicios, consumiendo 12 millones de cartuchos. El cuerpo de oficiales procede de una academia, j el de suboficiales de una escuela centra! existe también una academia de Estado Mayor, pero la oficialidad sólo es permanente en una proporción reducida; los instructores, verdaderos profesionales, no dejan nunca el uniforme; los demás dedican el tiempo libre de períodos en filas a sus pro fesiones civiles; sin embargo, como todos los años han de practicar ejercicios tácticos y estratégicos, y constantemente asisten a conrerencias técnicas, se hallan muy al tanto de! os adelantos militares De noviembre a enero los cuarteles están vacíos; de febrero a agosto se realizan las escuelas de reclutas, y de septiembre a octubre los cursos de compañía y bataUón, con 205 oficiales permanentes, 75 suboficiales au. xiliares, 200 soldados instructores del ejécito de tierra y 11 oficiales y tres suboficiales de aviación. E n este año último han hecho los cursos 7.500 oficiales y 164.000 soldados, importando el presupuesto 100 millones de francos. El suizo es por tradición un soldado excelente, sobrio, disciplinado, valeroso, pulcro, exactamente cumplidor de las órdenes; todavía, para encomiar la puntualidad de un militar, se dice de él que es un suizo. A principios del siglo pasado eran muchos raímente, tampoco hemos de olvidar d u r a n t e el proceso de ese ajuste, es que nuestros Dominios de allende los mares no sólo comparlenesos sentimientos nuestros con relación al confusionismo antes mencionado, sino que como consecuencia de su alejamiento de la escena europea, sostienen la doctrina con más fe que nuestros propios defensores del aislamiento. Prueba de ello fué su negativa a formar parte de los acuerdos de Locarno. Pero lo cierto es que la doctrina del aislamiento, tal como se predica por los periódicos y otros medios, no resiste ni cinco minutos de examen práctico. Desentendernos, como se nos exige, de los asuntos continentales, no significa romper con las confusiones de la Sociedad de N a ciones. Significa trastrocar toda una tradición de política exterior, en un retroceso de cuatro o cinco siglos. Nuestras relaciones especíales con los Países Bajos y nuestro aseendiente en la ruta marítim. a que rodea las costas portuguesas hasta Gibraltar, y desde e! Peñón, vía Suez o vía el Cabo, hasta India y Australia, encierran un doble interés vital para nuestra seguridad; y nuestras relaciónes con Francia, cuyos puertos están tan países que tenían a su servicio regimientos suizos; España, que era uno de ellos, conserva buen recuerdo de aquellos cuerpos que se batieron en la guerra de la independencia, con el mismo ardor y abnegación que los soldados españoles. En la batalla de Bailen, el patriotismo de los suizos constribuyó, no poco, a la victo- ría, porque siendo una de las condiciones de! contrato, que firmaban sus jefes con! a na n 1 servían, que no podían obligarles batirse contra sus compatriotas contrata s P i otra nación, y habiendo el general francés Dupont lanzado sus regimientos smzos contra los suizos que servían con el general Castaños, los primeros se negaron a atacar a los otros, paralizándose así la acción en el flanco izquierdo de la batalla. Nuestros suizos pudieron ser empleados contra las tropas francesas, mientras éstas veían disminuido su frente por la actitud pasiva de sus suizos. La organización miliciana de Suiza ha tenido en España partidarios; el más ardiente, un hermano de Clarín, escritor militar y jefe de ingenieros, que colaboró mucho en I0 buenos tiempos de El Imparcial pero sus artículos fueron combatidos con éxito por t o dos los escritores castrenses de aquella época, que eran muchos: Federico Madariaga, Banús, Villalva, Modesto Navarro, Barlasau, Vidart, Lapoulide, Olavarría, Muñiz y el que firma. -El General X. lo

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