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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1935 página 94
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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1935 página 94

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Una noche, en los Cuatro Caminos, y a la salida de un mitin contra el uso de armas prohibidas, le pegó dos navajazos a un guardia le Asalto, al cual, con tal motivo. lo ascendieron a cabo. Catorce meses de reclusión. Y ¡qué tristeza da contar esto! Un día en que la dueña de la casa de viajeros en que se hospedaba, y a la cual debía siete meses, le rogó que le trajese de la caite un tubo de aspirina, Atanasio se equivocó y le trajo unas pastillas de sublimado: tenía así la esperanza de cancelar su deuda por muerte del acreedor. Tentativa de envenenamiento í tentativa nada más, porque el que se equivocó de verdad fué el farmacéutico, y, en lugar de servir el sublimado pedido sirvió unos calomelanos, en dosis purgante. Se pudo probar la mala fe del comprador y Atanasio, esta vez, fué a parar a Ocaña, donde, en vez de corregirse, como aseguran las modernas teorías penales, se aficionó terriblemente al aguardiente, que tan rico se cria en la comarca del Comendador. El lector, sensato de suyo, comprenderá que el certificado penal de un sujeto asi tenía que ser una especie de muestrario, cuya sola lectura produjese vértigos- Pedírselo, aunque fuera para desempeñar un cargo público, era como pedir a un bigamo un certificado de soltería. Y, sin embargo, Atanasio Cienfuegos, valientemente, fué por él. -Son seis pesetas- -4 e dijeron en la oficina. Las dio con muchísimo gusto. ¡Si con seis pesetas pudiera él borrar 1 Le chocó lo del preció: seis pesetas por decir que no era un delincuente, y en cambio, tres duritos y unos céntimos por asegurar que se acostaba todas las nodies a las ocho, que eso era, en rigor, un certificado de buena conducta, j Esos señores del Ayuntamiento. -Vuelva usted dentro de tres días- -le dijeron en la calle Ancha. Volvió. Le entregaron el documento pedido. Atanasio no quiso leerlo hasta en contrarse en la calle; y, al leerlo, no cayó al suelo desmayado porque él no se desmayaba a la hora de la digestión. Porque en el papelito decía muy claro que consultados los antecedentes, etc. etc. resultaba que Atanasio Cienfuegos y García Nelken, no tenía antecedentes penales. ¡Qué gracioso! Se han equivocado- pensó. Y volvió a la oficina para aclarar aquello. Casi lo echaron a la calle: -Aquí no nos equivocamos nunca, señor mío. Nosotros no tenemos la culpa de que usted no haya sido un delincuente. ¡Bueno! Atanasio presentó su documentación en regla y obtuvo la plaza de farolero. Algún tiempo después se enteró de lo ocurrido. Al extenderle el certificado no

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