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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1935 página 81
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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1935 página 81

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Omünfeínaliiáníp: N las noches de luna corríamos por la calle mientras arriba, en la casa, los hombres se sentaban en derredor (le una mesa, jug- ando a las cartas. Eran noches calladas de verano, henchidas de misterio, de zozobra íntima, de desasosiego. En momentos nos fonnulábamos interrogaciones inquietantes q u é somos nosotros? ¿Qué son las estrellas? Esto era en los silencios y reposo que sucedían a una batalla II con el contrario bando de pilludos, a una Una de estas hennosas rioches de luna carrera hasta las puertas mismas del. campo o un simulacro de corrida de toros. T e r o se presente ante nosotros un hombre simcomo la meditación rimaba mal con el ím- pático, pariente de uno de los chicos. Se petu dionisiaco de correr, reír y gritar, bien trataba de Tío Jeremías, viejo gracioso que pronto el ensueño se diluía entré un estré- nos contaba cuentos alguna vez y nos solía pito de sialtos, de ataque simulado y, a ve- dar algarrobas. Tío Jeremías no vivía en ces, de ataque real a los muchachos del otro aquel pueblo, sino en otro que distaba de barrio. A las once, cuando la luiía parecía allí dos leguas; pero tenía tal agilidad de colgada precisamente sobre nuestras cabe- remos, que nos hacía una visita sólo por zas, nos alxitía el cansancio y nos agrupá- conversar con su familia, por desahogar su según sosbamos en derredor de alguno de más pres- pena, que debería ser grande, cuando contigio o que tenía algo que contar. En cier- pechábamos en algún momento era el padre versaba con su hermano, que ta ocasión apareció en el grupo un chico de uno de nuestra- pandilla. Habíamosle visde unos quince años que procedía de una to llorar una vez, y esto nos admiró, porque tribu acampada bajó urtas tiendas de lona. era considerado como puerilidad y cobardía Deciase que eran húngaros, y otros con- e! llanto en u- n hombre, si no había inotiyo taban que eran gitanos. Mirábaseles con des- de muerte. confianza, y por. esto el chico aquel nos. inspiraba un vago terror. Pero c hechizo Tiempo ha que no venía, cuando Tío de la novedad y de lo que decía- haber visto Jeremías se presentó una noche jadeando, en el mundo nos, fascínate. con ojos asustados y se dejó caer en el sue- Cuando vosotros seáis grandes como yo, lo, junto al grupo dé chicos. os gustará ver mundo. ¡Anda, anda tú y dile a tu padre que Quedábase un momento callado después venga, pero que venga a escape! de esa frase que relx) sata sentido robinTío Jeremías hacia esfuerzos por personiano. ¡Ver mundo! ¿Qué era el mundo manecer sentado en el suelo, pero al fin y cómo serían los países que se hallaban abatió la cabeza y se quedó tendido. Lo detrás del monte más alto? mirábamos en silencio, recogidos de susto, Porque nuestro paisaje tenía por límite porque presentíamos que sé moría. Ninguuna cadena de montañas, y la más alejada no de nosotros había visto nunca morir a era el cerro Daniel el más alto de to- nadie ni tenía de dio experiencia, pero el dos, como que no era el tal un cerro precisa- estertor de. Tío Jeremías nos comunicaba mente sino un como tronco de cono encima la emoción de su agonía. de lá pirámide truncada que le servía de Llegó primero la abuela Sara, que era base. también pariente del enfermo, y viéndolo- ¡Guando seáis grandes como yo... dio suelta a sus alaridos, con ló que con ¡Qué sentido nuisterioso el de estas pa- movió a toda la vecindad. Lloraba la abuelabras! Ser grande como aquel chico de la Sara de un modo semejante a lo que quince años y que ha visto mundo... Lue- pienso que serían antaño las plañideras. Los go contaba a su modo la visión de una her- gritos de esta mujer poseían no sé qué de. mosa ciudad a lo lejos, bajo la noche, cuan- fúnebre y de trágico sobre el grupo de cudo las luces la deniincian. Hablaba también riosos y de parientes. Entre cuatro hombres de bosques impenetrables, llenos de mons- cogieron al enfermo y lo ñutieron en casa truos, y de unos enemigos terribles, unos de su hermano. Ija abuela Sara decía: hombres crueles y poderosos que perseguían- -i San José Bend ito te recoja el ánima, E siempre a los gitanos y nada más que a ellos. ¿Quiénes serían ésos hombres? Hasta mucho después no supimos que aludía a los guardias. Pasó casualmente cerca de nosotros la pareja de ronda, y el gitano enmudeció de susto y se acurrucó, procurando cubrirse con todos los chicos que formábamos corro en derredor de él. Los guardias, sin respirar siquiera, continuaron su servicio, y el gitanillo los miraba con ojos espantados.

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