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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-03-1935 página 182
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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-03-1935 página 182

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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40 FREY LOPE lEtlX DE VEGA CARPIÓ ¡Oh imaginación terrible! Mi scanbra debió de ser. Mas, n o que en forma visible dijo que era don Alonso. Todas son cosas que finjíe la fuerza de la tristeza, la imaginación de un triste. ¿Oué me quieres, pensamiento, que con mi sombra me afliges? Mira que temer sin causa es de sujetos humildes. O embustes de Fabia son, que pretende persuadirme porque no me vaya a Olmedo, sabiendo que es imposible. Siempre dice que me guarde, y siempre que no camine de noche, sin más razón de que la envidia me sigue. Pero ya no puede ser que don Rodrig- o me envidie, pues hoy la vida me debe; que esta deuda no permite que un caballero tan noble en ningún tiempo la olvide. Antes pienso que ha de ser para que amistad confirme desde hov conmigo en Medina; que la ingratitud no vive en buena saíagre, que siempre entre villanos resitle. En fin, es la quinta esencia de cuantas acciones viles tiene la bajeza humana pagar mal juien bien recibe. Vase. Don Rodrigo, don Fernando, Criados, armados. DON RODRIGO puede llevar un hombre por el aire, le da lecciones: ¿hay mayor donaire? DON FERNAtíDO Por la misma razón yo no tratara de más venganza. DON RODRIGO ¡Vive Dios, Fernando, que fuera de los dos bajeza clara! DON FERNANDO No la hay mayor que despreciar amando. DON RODRIGO Si VOS podéis, yo no. MENDO Señor, repara en que vienen los ecos avisando de que a caballo alguna gente viene. D N RODRIGO O Si viene acompañado, miedo tiene, DON FERNANDO No lo creas; que es mozo temerario. DON Todo hombre con silencio esté escondido. Tú, Mertdo, el arcabuz, si es necesario, tendrás detrás d e un árbol prevenido. DON FERNANDO i Qué inconstante es el bien, qué loco y vario! Hoy a vista de un Rey salió liKÍdo, admirado de todos a la plaza, y ¡ya tan fiera muerte le amenaza! Escóndcnse. y Don Alonso. DON ALONSO Mendo Hoy tendrán fin mis celos y su vida. DON FERNANDO Finalmente, ¿venís determinado? DOS RODRIGO No habrá consejo que su muerte impida, después que la palabra me haii quebrado. Ya se entendió la devoción filada, ya sttpe qué era Tallo, su criado, quien la enseñaba aquel latín que ha sido en cartas de romance traducido. (Qué honrada dueña recibió en su casa don Pedro en Fabia! ¡Oh mísera dcsicella! disculpo tu inocencia, si te abrasa fuego infernal de los ¡hechizos della. No sabe, aunque es discreta, lo que pasa, y asi el ihonor de entrambos atropella. ¡Cuántas casas de nobles caballeros han infamado hechizos y terceros! Fabia, que puede trasponer un monté; (35) Fabia, que puede detener tin río, y en los narros ministros de Aqueronte tiene, como en vasallos, señorío; Fabia, que deste mar, deste horizonte al abrasa te clima, al norte frío, Lo que jamás he tenido, que es algún recelo o miedo, llevo caminando a Olmedo. Pero tristezas han sido. Del agua el manso ruido y e! ligero movimiento destas ramas con el viento mi tristeza aumentan más. Yo camino, y vuelve atrás mi confuso pensamiento. De mis padres el amor y la obediencia me lleva, aunque esta es x ieña prueba del alma de mi valor. Conozco que fué rigor el dejar tan presto a Inés... i Qué obscuridad! Todo es horror, hasta que el aurora en las alfombras de flora ponga los dorados pies. Allí cantan. ¿Quién será? Mas será algún labrador, que camina a su labor, lejos parece que está; pero acercando se va. Pues i cómo! Lleva ins- trumento, y no es rústico el acento, sino sonoro y suave.

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