BLANCO Y NEGRO MADRID 10-03-1935 página 71
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página71
- Fecha de publicación10/03/1935
- ID0005178816
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ella la ufanía de una apasionada declaración. De pronto, el caballero depone ia. actitud donjuanesca, sostenida por la visión lejana de sus aventuras, y con bondadoso acento paternal dice a las niñas: Tomaréis chocolate y pasteles; después s daré rosas. í as chiquillas recuerda que por ser aquel señor casi un viejo van muchas tardes, libremente, a rodear su mesa llena de golosinas. Pasan felices al comedor, abierto sobre el parque, sombreado por na enredadera con panojas de flores; muerden con voraces dientecillos las tostadas y las confituras, se miran en los monumentales espejos, acarician a unos lebreles finos y dó- ciles, talan el jardín y se despiden de don Carlos, mimosas y agradecidas. El las ve marchar, sonriente, íesde los umbrales del palacio, cuyas jambas ilustres le forman un marco de nobleza antigua. De lejos aún parece mozo y seductor; diríase que ha de acudir un paje a ceñirle la ropilla con brahones y el birrete de plumas. Volviendo el rostro para saludar a su amigo, las nenas se qaetlan todavía atadas al encanto de aquella figura varonil, con nombre de príncipe y leyenda de férvidos amores. Y la mansa brisa del anochecer se lleva por el campo adelante algimos suspiros muy secretos y hondos, que repiten: ¡Don Carlos... Concha Espina.