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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-03-1935 página 33
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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-03-1935 página 33

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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i i i- i I 1 í j- Parque de Madrid. La única que ha podido sacar la cabeza adelante y mostrarla muy alta, fué la girafa, y ustedes perdonen la licencia. Papá Lumiére ha hecho ya pruebas muy satisfactorias del cine en relieve. Ahora, que para apreciar el realce de planos y de figuras en la pantalla es preciso montar sobre lá nariz unas gafas especiales, inventadas por el propio creador del cine. Sin gafas el espectador se queda a oscuras. Este indispenr sable requisito, nos previene un píKO contra la eficacia de lo descubierto por Luis Lumiére, tan decisivo que revolucionará el mundo de! celuloide. Pero con ser la conquista de Lumiére cosa de una extraordinaria importancia, es mucho más trascendental lo descubierto por un ingeniero americano. Nada, una tontería. Un aparato que registrará, ignoro por qué procedimiento, si el que nos habla y tenemos delante cara a cara, dice vei dad, o miente como un bellaco. ¿Comprenden uste res lo que se nos viene encima si ía cosa llegara a ser un hecho? La mentira, derrotada vergonzosamente, tendrá que refugiarse en los países salvajes, que vean ustedes por donde se encontrarán con una de- las más formidables conquistas de la civilización, que es la ocultación de la verdad. El que míente quedai- á en descubierto y en ridículo, porque para saberlo con certeza no tendrá que hacer la persona que dude de aquellas palabras sino aplicar al embustero el aparatito, colocándoselo a la altura del pecho. Se íia elegido, sin duda, ese sitio, porque hay quien jijra decir la verdad con la mano puesta sobre el corazón, y así no hay escape. Decíanlos que esta investigación será e! fracaso más rotundo de muchas ilusiones. Algunos casos bastarán. Preguntaréis a una señora de cierta edad, si es que queréis aventuraros en la pregunta, cuántos años tiene, porque dudáis al verla tan revocada y lustrosa, gracias al maquillaje y a los secretos del tocador, y ella, haciendo un gracioso mohín y quizá encendida de pudor, es posible que os responda, traicionándola un hondo suspiro: No tengo aún los veintiocho Pues vosotros, inmediatamente, con cierta sorna, la colocaréis el aparato sobre el pecho, y aquél os dirá que mintió, acaso por no causaros una decepción. Y esta dama, indignada ante el descubierto fraude de sus mentidos años, al volver a su casa entrará furiosa en e! tocador y arro-

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