BLANCO Y NEGRO MADRID 03-03-1935 página 177

22 FREY LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIÓ DON ALONSO Llatna, que es hora. TELLO valiendo a ver tu belleza, pues me dices que es verdad. ¡Ay de mí, si ha sido ansí! DOÑA INES Yo voy. Llama en casa de don Pedro, na y. doña Inés, dentro de la casa ANA Dentro) ¿Quién es? TELLO ¡Tan presto! Yo soy. jEstá en casa Melibea? (25) Que viene Calisto aquí. ANA Dentro) Aguarda un poco, Sempronio, TELLO Sí haré, falso testimonio. DOÑA iNES Dentro. ¿El mismo? ANA Dentro) Señora, sL Ábrese la puerta y entran don Alonso TvUo en casa de don Pedro. DOÑA INÉS y No lo creas, porque yo diré a todo el mundo no, después que te dije sí. Tú sólo dueño has de ser de mi libertad y vida; no hay fuerza que el ser impida, don Alonso, tu mujer. Bajaba al jardín ayer, y como por don Fernando me voy de Leonor guardando, a las fuentes, a las flores estuve diciendo amores, y estuve también Morando. Flores y aguas (les decía) dichosa vida gozáis, pues aunque noche pasáis, veis vuestro sol cada día. Pensé que me respondía ia lengua de una azucena: (i Qué engaños amor ordena! Si el sol que adoratido estás viene de noche, que es más, Inés, ¿de qué tienes pena? TELLO ¡Señor mío! DON ALONSO Bella Inés, esto es venir a vivir. TELLO Así dijo a un ciego un griego que le contó miil disgustos: Pues tiene la noche gustos, ¿para qué te quejas, ciego? DOÑA INES Agora no hay que decir: Yo te lo diré después. BOÑA INÉS ¡Tello amigo! TELLO Reina mía... DOÑA INES Como mariposa llego a estas horas, deseosa de tu luz... no mariposa, fénix ya, pues de una suerte (26) nK da vida y me da muerte llama tan dulce y hermosa. DON ALONSO Nunca, Alonso de mis ojos, por haberme dado enojos esta ignorante porfía de don Rodrigo esta tarde, he estimado que me vieses... (i DON ALONSO ¡Bien haya el coral, amén, de cuyas hojas de rosas palabras tan amorosas salen a buscar mi bien! i Y advierte que yo también, cuando con Tello no pu io, mis celos, mi amor, mi miedo digo en tu ausencia a las flores. TELLO Aunque fuerza de obediencia te hiciese tomar estado, no he de estar desengañado hasta escuchar la sentencia. Bien el alma me decía (y a Tello se lo coiitaba cuando el caballo sacaba, ly el sol los que aguarda el día) que de alguna novedad procedía mi tristeza, (1) Faltan versos. Yo le vi decir amores a los rábanos de Olmedo; (27) que un amante suele hablar con las piedras, con el viento. DON ALONSO No puede mi pensamiento rii estar solo ni callar; contigo, Inés, ha de estar, contigo hablar y sentir, i Oh! i Quién supiera decir lo que te digo en ausencia! Pero estando en tu presencia aún se me olvida el vivir. Por el camino le cuento tus gracias a Tello, Inés,