Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 17-02-1935 página 183
BLANCO Y NEGRO MADRID 17-02-1935 página 183
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 17-02-1935 página 183

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página183
Más información

Descripción

SAX ROiiMEE 83 -Si vuestra asquero. sa banda nos torpedea- -divez, a lo lejos, aquella baraúnda de lenguajes exóticos... Pero ahora se oían la voces por Ja jo solemnemente Rattray- sólo podrá esperar la parte de afuera, por el paseo de ánlxítes que horca; usted vendría con nuestros supervivientes. conducía a la ciudad... Aswami se volvió al que hablaba, íbctrañado. sintió una curiosa ansiecfad. -Quizá tuviera la buena sucinte que otros tuA su laík) alzátesé un árbol grigante. sco; se vieron. -replicó. encaramó a una rama de las más bajas, y tre- -ij No Ja tendría usted! -dijo Rattray, ipaiKÍo imi. s arrilxi pudo ver ¡por encima de la Y en el fondo de los ojos azules de aquel inocetapia. tón, Aswami Pasha yió que estaba en lo cierto. Hubiera dado- en aquellos moníentos un año- -A mí me parece- ontinuó Rattray, dirigíe ncíe vida por unos prismátícos: Uíia p) x cesióii (lie do. se al capitán Peterson- -que todo esto es mía dfescamisados bajaban en fiíla india poi- el ca- pura patraña. mino del puerto; otros iban en parejas, o fen A través de la ventana de Ja cámara del capigrupos. A los esclavos puíto ¡ttentifeariles txn stis tán, Aswami Pasha señaló el mástil caído, intaclibreas, pero había muchos que no llevaban in- to, sobre la batida de estribor: dmtientaria esioedai- -Como usted ve, no acostumbramos a vacilar Desoeaidió al jardín. No cabía duda ciue se ha- murmuró- Es cierto que iría con ustedes, pero... bía marchado de allí todo el mundo, dejando la me pagan Mira correr estos riesgos. En cuanto a casa desierta. ¿Ifoale a reportar aquello algún be- vencer, mi jefe será quien venza siempre, y nunnieficio? En todo caso, debía aprovecharse de las ca quedará prueba alguna para demostrar nuestro circunstancias. Caniinaila bajo los almendros; ca- fracaso. si con ailesjría llenó y encendió su pij compaRattray le volvió la espalda con desprecio. Aqueñera inseparable de tan fructíferas meditaciones. llas palabras trajeron un nuevo rumbo a sus ideas, Sobre todo habéi que tener serenidad: Elena terrible; por cierto. Sugerían una posibilidad, a ocupaba el primer lugar en su ima rinación. íin cuyo solo pensamiento se estremeció. que nada pudiera nejarle ajquel derecho. Pero el- -Ef joa está en su puesto- prosiguió el egipcorazón le decía que se avecinal an grandes acon- cio, y mirando su reloj pulsera, orlado de brillantecimientos. tes- notifico a usted que le quedan exactamente tres minutos para decidir, capitán. Sonó un golpecito n la puerta y apareció Winter. el contador. CAPITULO X X V I I I- -Yo creo, mi comandante- -dijo- que lo que quieren es el dinero- y añadió, mirando al egipL KIS. V DE Y Ü A N K E E S E E cio con altivez, de arriba abajo- ¡un buen botín, muchacho! ¡Dos millones! Pero no se apuré, mi capitán que ni la Compañía ni el Banco perderían un céntimo. El capitán Peterson. alzó su faz enérgica. DesA bordo del l- VaUaroo. la esdcitáción era indes- pués de todo, tenía razón el contador, aunque la criptible. solución fuera por demás desagradable. Pero ¿qué había ocurrido? -se preguntaban unos Un bote, tripulado por negros y manejado por a otros- ¡Estarían en pelisrro? No sería injílés cuatro remeros árabes, salía del ¿feaw. H capitán aqud siáwnarino y habría estallado de imprcsviso cambió tuia mirada de inteligencia con Jack Ratuna guerra? El submarino no llevaba número ni tray, y éste dijo brutalmente: bandera que le idenitíficase. -No podemos dudar, capitán. Los pa. sajeros En aquel momento, un hombre elegantemente son antes que nada. No debemos exponerles. vestido y tocado con un turbante sídtó a un bote. El viejo marino movió la cabeza y tambaleánI tripulación de éste y uno o dos hombres que se dose materialmente, se dirigió a un armario, de veían en el submarino no parecían perterteer a la donde sacó las llaves, que entregó al contador. armada de ningún país... -Por el amor de Dios, traten de tranquilizar a Arriba ya, y en la cámara del comandante, As- esta gente de abajo- -dijo- y que nadie pueda wami PaíÁa, sonriente, permanecía rígido ante el- comunicarse con estos canallas. Abra usted la caescritorio. ja fuerte. Había subido al WaUoroo solo y al parecer sin Y de ella salieron dos millones de oro acuñado, armas, dejando al cuidado de la escala a un pugi- pasando por- la escalerilla al dhcntr todos los palista como un castillo. En la sonrisa audaz del egip- quetes o cajones de madera, cada uno de los cua- r cio había algo aterrador; el rostro del capitán Pe- les contenía cinco mil libras, y podía ser muy terson delataba una extrema preocupación, bien transportado por un solo honibre. -Llevo a bordo- -decía tristemente- tresct itos Realizaban el trabajo ana partida de fornidos pasajeros. Ciento ochenta- entre nrujeres y niños; negros que, en constante procesión, iban y vei por D: os! los confío a su palabra. nían, ceremoniosos y magníficos. El egipcio se encogió de hombros. Al mando del Cabrito, se acordonó con calws el- -Ambos estamos bajo órdenes superiores; re- paso de los piratas. Pero a ambos lados veíanse plicó- Yo, bajo las de mi comandante del sub- los rostros pálidos de los pasajeros, que contemplaban la eseena sin comprenderla. marino. Usted, por el motnento, bajo las mías. El peso total del dinero no bajaba de seis toneLos recios puños de! capitán se crisparon un instante. A Rattray, que le ob. servaba, le pareció ladas, y en su trjislado, llevado a efecto con orden admirable, bajo el mando de Aswami Pasha, verle vacilar, como si las piernas le flaqueara a

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.