BLANCO Y NEGRO MADRID 17-02-1935 página 134
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página134
- Fecha de publicación17/02/1935
- ID0005480220
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ariísra, entonces de music- tall, la introdujo t. n c! nitmdo de detrás del telón. Kn el parisino Alkázar d Eté, un agente teatral, cuando ya su figura jjrácii y gentil t r a familiar a los habituales pobladortss de aquel mundo, la pr -sentó a Berthez, director del teatro de Capucirtes. La suerte estaba echada. E! camino se dibujaba recto, seguro, neto. En octubre de i i2, la niña pudo Kor primera vez actuar como verdadera actriiz en un teatro verdadero, con verdadero TTSaquillaje, ante un verdadero púbüco. Tomaba parte en la revista Pottns et pantins, representando una cierta Madame Chrysantlwme. Después de seis meses de esta diaria labor, tin poco gri j y monótona, la jo en actriz logró ser contratada en Folies Marifjny. Todo parecía conducirla a la normal coíitinuidad de una ruta tvillada. pero segural ío obstante, a los pocos mes es ie rescindieron el contrato en el Marigny. La joven desateuífja sus obligaciones, faltaba con escandala sa frecuencia a los ensayas de la revista, por no resistir a la gustosa tentación de presenciar en los Campos Eílíseos las representaciones de gif nol. ¿Hasta ¡qué punto, uniéndcAse a sus adii- inaciones pueriles y a sus experienciaís de aquellos momentas, aquellas representaciones influyeron en su áninio, en su imaginación y en la vehemencia de sus vocaciones clarísimas? I SOKBISA 1 E GABT MOBLAX. LA MELAK- COI- IA I 1. U. UiY MOKjLAT Ello es que la actriz aibandonó los, escenarios de revistas, sintiéndose vocada a otras destinaciones. Sucesivamente contratada en la RenaissaiKe y en el Chatelet, la gentilísima actriz se adueñó un día- -en lais postrimerías de la guerra- -del corazón entero de París con la interpretación emocionada y emocionante de tma obra (Traite d Aiiteml, de Verneuil) que puso, r circunstancias de actualidad, a flor de piel la sensibilidad de laj! muchedumbres. Desde entonces, ía carrera triunfal de Gaby Morlay no ha sufrido retraso ni tropiezo. Consagrada definitivamente como eminentísima primera actriz, díjspués de sus briibiiítes cneacíoncíi idte las heroínas da Bemstein, aureolada de gloria teatral, triunfadora en el nuevo arte de la pantalla, halagada y aplaudida por un público entusiasta que no se fatiga de admirarla, rodeada de devocionds y de siiirípatías, Gaby Morlay, que tiene en la melancolía recóndita de unos ojos bellos la señal de una gravedad inteligente, sal poner en su sonrisa una vivacidad creadora. La sonri sa de G y Morlay- ha escrito Paul Reboux- -es una de las más frescas, una de las máis exquisitas, una dfe las más seductoras que conozco. No es tma de esíts k) nrisas de tarjeta postal, de diva; una deesas sonrisas que parecen modeladas en cera. No es tampoco una sonrisa pilcara. Es ana