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BLANCO Y NEGRO MADRID 27-01-1935 página 52
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BLANCO Y NEGRO MADRID 27-01-1935 página 52

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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la cosa más amada de mi natura! y huiré de lo contrario como lo más vituperoso a mi estimación A la sombra de este texto ilustre, dorado aún por los últimos- ¿los últimos? -resplandores de la gran España, en uno de esos mismos mesones sarrenses y ante un vaso semejante de Mosela, yo hag o mío el espíritu de los míos, ese respeto a la verdad en las acciones de los países que nos son extraños. En tiempo del capitán vizcaíno todavía las aguas del Sarre corrían por el cuerpo imperial hispánico. Entonces esto no nos era absolutamente extraño, extraniero. Pero ya pocos años después, España comienza a encogerse, a retirarse, a sumirse en derrotas y renuncias, y toda la historia de Europa comienza a sernos extraña, extranjera, como si ya no tuviésemos en el mundo ni batallas que reñir ni nada que hacer. En todas las pugnas permanecemos neutrales. Bueno, pues que sea así. Pero su neutralidad no significa ni desinterés ni ignorancia. Hay siempre sitio para una actitud en que la neutralidad se llene de plenitud de conocimiento. Cuando dos se pelean ante varios testigos, existe el testigo que se entera del objeto de la pugna, el que sabe por qué. y existe quien no se entera de nada. Ser testigo no significa ser sordo ni ciego, sino, en el mejor de los casos, lo contrario. Si abrimos los ojos, pues, ante un mapa de Europa, vemos la venilla nerviosa del río Sarre- -que da nombre al territorio- -corriendo desde la Lorena al encuentro del Mosela. Se citan en Tréveris- -romano y palatino- y ya desde Tréveris el Mosela, engrosado por el Sarre, se lanza de cabeza al Rin, al pie de Coblenza, baio las ruinas de un castillo almenado de batallas. El territorio del Sarre es, por tanto, es, antes que nada, una posición estratégica, la cuña, casi, la cuña de artillería en el camino de los ejércitos y las conquistas de Francia a Prusia y de Prusia a Francia. Fijaos en un detalle lingüístico, toponímico. Casi todos los pueblos de esta comarca llevan en su nombre propio el vocablo puente. LÍL capital se llama Saarbrücken, o Puentes del Saar, que es la designación germánica del río que en castellano solemos llamar Sarre, a la manera francesa. Un poco más allá, está Zweibrücken, o sea Dos puentes. No necesito multiplicar inútilmente los ejemplos para decir que el territorio del Sarre es una cabeza de puente, cuya posesión ha interesado a los Estados Mayores, tanto de Francia como de Prusia, dándole así a la comarca un valor estratégico determinante de la actividad po lítica. En las Memorias del Cardenal Riclielici! puede leerse este párrafo significativo. -Enero de 1629: Si el Rey quiere llegar a ser el monarca más poderoso del mundo y el príncipe más estimado... Francia debe pensar en fortificarse, amurallándose y abriendo huecos para penetrar en todos los Estados vecinos. Cumple fortificarse en Metz y avanzar... Este abrir huecos para penetrar en los Estados vecinos, ese fortificarse en Metz, como posición segura para el avance hasta el Rin, constituye la línea inalterable de una política que reaparece siempre en las épocas de la expansión francesa. Por conseguir el pré carré de Richelieu, se afanó Mazarino. Y se afanaron los dos Luises, almenando una ciudadela donde dejaron su nombre: Sarreluis; y se afanó después la Revolución y su gloriosa espada, llamada Bonaparte. La adquisición de los Países Bajos españoles- -Flandes- -le daría a la ciudad de París un boulevard inexpugnable. Trescientos años después, en los días del Tratado de Versalles, con la continuidad característica de la política francesa en los problemas exteriores, Clemenceau, Tardieu y Briand repetían, sin ponerlas entre comillas, estas palabras, y Maurice Barres estremecía con ellas el violín de zigano, en el cual le gustaba hacer temblar su canción nacionalista. Pero volvamos ahora los ojos, desde el mapa clavado con banderitas en la sala del Estado Mayor, volvamos ahora los ojos al mapa vivo, donde no sólo se pelean los hombres de cuando en cuando, baio el estampido del cañón v el fuego de la fusilería, sino que también se trabaja y se suda bajo el resplandor de los altos hornos. Fué un principe de Nassau- Sarrebruck el primero que, en la época del despotismo ilustrado, inició el laboreo de las minas. Más tarde, Napoleón, que llevaba siempre tras de sí, a retaguardia, la flor de la Academia de Ciencias, beneficia el carbón, agujerea pozos, profundiza en la entraña de la tierra, abre caminos- -obra de romanos, porque él también lo era- alza acueductos y suelta por los canalillos escuadrones fluviales de gabarras. Fn el siglo xix el desenvolvimiento industrial le otorga un alto valor a la comarca, porque la industria prospera, sobre todo, allí donde el mineral de hierro tiene el carbón a dos pasos. Y a dos pasos del Sarre está la Lorena. Tras la guerra francoprusiana, Bismarck, contrariando sus deseos íntimos y sus convicciones políticas, tuvo que quedarse con una parte de Lorena, porque el Estado Mayor prus ano quería fortificarse en Metz v los industriales querían los filones de hierro, para crear grandes metalurgias, con el carbón del Sarre allí, a la vera. ICn IQTS Francia, victoriosa quiso hacer la misma operación al revés. Sólo que Francia había ganado la guerra diciendo que ella representaba lo contrario de Prusia. Lo contrario de Prusia es no hacer con ésta lo que Prusia hizo con Francia: o sea. no quedarse con territorios de alma extraña tan sólo por conveniencias estratégicas y fabriles. En nombre del derecho de los pueblos a disponer de su destino, recabó Francia, en días difíciles, con la pesadumbre

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