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BLANCO Y NEGRO MADRID 13-01-1935 página 166
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BLANCO Y NEGRO MADRID 13-01-1935 página 166

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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H e aquí el balance de la operación: nueve kilómetros, 500 toneladas de gases, 500 muertos, más de 2.000 heridos... Los gases permanecieron varias horas envolviendo las primeras posiciones, y durante la noche siguiente se manifestó la cortina mortal en Suippes, a 10 kilómetros a retaguardia, en tanto que ocasionaba intoxicaciones graves en Saint- Rémy, a 25 kilómetros de distancia de las líneas. Tenemos que mencionar también las emisiones de nubes venenosas por medio de proyectores (mecanismo de 18 centímetros que alcanzaba a 1.600 metros) en Rechicourt y en el bosque de Le Pétre. Los alemanes empleaban ya granadas asfixiantes y lacrimógenas, cargadas con bromotilcetona; nueva forma de la guerra química que obligaba a nuestros soldados a defenderse mediante una compresa impregnada de acetato de níquel y de ácido cianhídrico, que es una de las sustancias más peligrosas que se conocen, pues siendo inofensiva cuando está disuelta, mata instantáneamente si se concentra. El Estado Mayor francés se vio obligado a disponer la fabricación de la careta M 2 cuyas almohadillas estaban impregnadas de ricinato de sosa, de formol, de amoníaco, de glicerina, de sulfanilato de sosa, de xtlfato de níquel y de carbonato de sosa, Pero los alemanes no se quedaban nunca atrás cuando se trataba de intentar. E l 21 de julio de 1917 aparecieron en Yprés las granadas de cruz amarilla, que estaban cargadas con sulfuro de etilo, generalmente denominado iperita. Este producto, de propiedades realmente infernales, ataca a las mucosas, las roe, y hace peligroso cualquier contacto con cosas que de él estén impregnadas. L a careta M 2 garantizaba una protección relativa de las vías respiratorias contra la agresión asfixiante, pero era totalmente ineficaz para los efectos vesicatorios. P o r eso fueron tan considerables las pérdidas que sufrieron los aliados; en una sola mañana hubo que evacuar 4.450 hombres. L a experiencia ha demostrado que ninguno de aquellos heridos podían volver al frente antes de los 40 días; que el 35 por 100 quedaba definitivamente inútil y mucho tiempo después aun padecería graves perturbaciones; el 15 p o r 100 no tendría salvación. Sólo existen dos medios teóricos de librar- se radicalmente de los nocivos efectos de 1 iperita: o encerrarse herméticamente en unaespecie de escafandra cuyo tejido se haya hecho inatacable previamente, o luchar con e! cuerpo desnudo y cubierto de una papilla decloruro de cal, substancia de la cual hacecfalta 10 kilogramos para neutralizar un gramo de iperita. Aun no se había aplicado ninguno de lerdos procedimientos, pero nosotros lo consignamos para los técnicos llamados a estudiar las guerras pasadas y prever las venideras. El clorovenceno había de sustituir al tetracloruro de carbono en enero de igi 8. Aumentó considerablemente la carga de explosivo de granadas de doble cruz amarilla. Aumentaron también los efectos, tóxicos y la acción mortífera de los estallidos acompañó a la acción química. P a r a que fuera irresistible su empuje hacia Verdún echaron mano los alemanes de 1 ayuda, decisiva en su opinión, de las granadas de cruz azul. Fabricadas en medio del mayor secreto, habían- -según dijo Ludendorff- de facilitar la victoria a los ejército; del Kaiser. No aparecía con ellas un elemen to nuevo en los campos de batalla, sino una familia entera de venenos: los arsinos. El mismo Dante no hubiera podido imaginar la escena: a las granadas explosivas, c u r registran el suelo; a las granadas de cru? verde, de las cuales se desprenden emanado nes mortíferas; a las granadas cargadas ár iperita, que extienden por el suelo su líquido corrosivo, se agregaron las granadas que pu den más que todas las caretas conocidas. Los soldados padecen a causa de ellas ta les náuseas, ahogos tan violentos, que ellosmismos se arrancan violentamente las almohadillas que los protegen. Los productos asfixiantes pueden entonces actuar libre y mortalmente en esos hombres, que son ya vu) nerables... El armisticio, únicamente, nos impidió aprc ciar en su justo valor una combinación inédi ta, al mismo tiempo estortunatoria, corrosiva. y asfixiante, compuesta de hetilarcino de dibromuro de hf larcino y de cianuro de dite larsino de más eficaces efectos todavía, segur se creía en Berlín. Pero- -como diría Kiplig- -este es orrt. cuento... (Continuará 1

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