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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-01-1931 página 13
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-01-1931 página 13

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LETRAS, ARTES, CIENCIAS m 4) m Esos aparatos que hay en las estaciones, y que son como los topes del mundo, dan una gran sensación de seguridad frente al recular de los trenes o ante la posible- -distracción de que han l l d o Sin embargo, no suponen un contrafuerte final, ya que, cualido algún tren se ha excedido en su línea de término, no haL servido de nada esa pretenciosa cuña. Para mí, esas manos de hierro, en actitud de ¡paren! no son tal contrafuerte, sino los gemelos con que la estación ye llegar los trenes y reconoce el número de sus máquinas, ese número d d tren, que debía ir en d vagón de cola, como en los automóviles, para que los atropellad pudiesen escribir el número del tren que pasó sobre ellos y que huye impune. E l flemático espíritu de la estación, se parapeta en las bordas alegres y observa los trenes, que hacen la ese de rubricar su viaje en el paisaje lejano. I Hay parejas de hermanas que tienen una temporada de su vida en que quieren dejar el rastro de la misma silueta, y se compran idénticos sombreros, idénticos- -trajes, idénticos abrigos, idénticos zapatos. Esas hermanas suelen ser altas, esbeltas, de la misma proporción, sin ser, sin embargo, gemelas. Su estrategia es redoblar su coquetería, duplicar su seducción, poner en un brete a los que se las dan de conocer a las mujeres, verles patinar ante dos mujeres iguales, cambiando iguales miradas entre las dos. De lo que están m á s satisfechas las dos hemianas es de su cuñó por detrás, de su apariencia idéntica por la espalda, y sonreímos al ver ese orgullo de ser la una la otra, y ia otra la una, vanidad pueril de contar con dos abrigos de píeles rumbosos, pues cada una acredenta Sobre sí lo que lleva la otra. Gomo son atractivas estas incogniilales parejas, todo el que va detrás de días procura adelantarlas por ver si encuentra en sus rostros la misma identidad, y se las dirige una mirada de franco soslayo, con la que se les da la enhorabuena. 2 El maniquí se va estilizando, estilizando, y llegará a no ser más que un filamento de maniquí. Ya casi todos los nuevos maniquíes, esos que lucen un chai o un cudlecito de colegiíila el nte, nó tienen más que un ojo. ¿Es que para lucir tan poca cosa iban a tener dos ojos? Esos maniquíes tuertos, lío porque perdiesen el otro ojo, sino porque no lo tuvieron nunca, miran como seres inacabados y ponen toda la elocuencia que pueden en su solo ojo. El tendero moderno acepta estos maniquíes espectrales, porque sabe que sólo hay que evocar la posibilidad humana del comprador y no señalar un solo tipo, para que el tipo contrario no crea que le ha de sentar mal lo que se exhibe.

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