Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 24-11-1929 página 98
BLANCO Y NEGRO MADRID 24-11-1929 página 98
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 24-11-1929 página 98

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página98
Más información

Descripción

EL HOMBRE QUE CAPTABA EL, GULP- STUEAM Los marineros han imitado la actitud de su jefe; Cohuatl intenta protestar, pero la punta del puñal de Madec hace brotar una gota de sangre de su garganta. De nuevo obedece el misteca, e irguiéndose, como hombre que no quiere verse humillado ante sus inferiores, pronuncia con brevedad arrogante tres frases en español -Los dioses han dispuesto que el gran sacerdote lleve a los extranjeros a presencia del Señor Inclinaos y callad todos... Que no miren vuestros ojos ni escuchen vuestros oídos... Y ante su ademán, los sacerdotes subalternos se prosternan en dos filas, con la cara pegada al suelo. Cohuatl camina entre dlós, y los blancos con él, mientras Peroz murmura: ¡Qué bien sabe hacer que le obedezcan este tipejo! Ante el grupo aparece otra galería, larga, dividida en tres ramales, a la entrada de cada uno de los cuales hay dos guardias armados. Sin esperar la orden de Jouber, Cohuatl, con docilidad asombrosa, repite sus frases anteriores, y los guardias se inclinan hacia el suelo, bajando la punta de sus lanzas. Este individuo quiere hacer méritos- -dice Madec- ¡Mala señal! Es preciso abrir los ojos. Jíouber asiente moviendo la cabeza, y Cohuatl entra. resueltamente por el pasillo de la derecha, siguiéndole todos, con el corazón palpitante y las armas apercibidas. -Por aquí se va adonde está el Señor -dice el gran sacerdote a Jouber. El oficial se vuelve hacia Girol y le interroga con la mirada. El sabio, que camma a retaguardia y casi olvidado de la gravedad de las circunstancias, lo escudriña todo con mucha curiosidad, vuelve en sí y baja la cabeza: -Sí... me parece que sí; pero no estoy seguro... Creo que no he venido nunca por este camino... Durante seis o siete minutos sigue avanzando la comitiva con paso firme entre las paredes ornamentadas con figuras esculpidas en la piedra y pintadas, que constituyen la más sorprendente evocación del antiguo arte mejicano, anterior a la conquista. A pesar de la congoja que abruma a Santiago, le es imposible contener en dos o tres ocasiones un movimiento de admiración, que inmediatamente se reprocha a sí mismo; en tanto que Juanita, destrozada por tantas emociones, no puede evitar unos estrem. ecimientos prolongados al ver el aspecto feroz, bestial, de aquellas figuras de dioses, de monstruos y de guerreros, que se enredan en lueha furiosa a lo largo de aquellas paredes de piedra. Caminando j. unto a Girol, el marinero Bouil et, que constituye la extrema retaguardia, resum e la orinión de sus tres compañeros, que no entienden de arqueología: ¡Por vida de... ¿Hay derecho a ser tan horrible como esas figuras? ¡Vaya unas cabezas de mono! j Son más feas que la del chimpancé que nos acompaña! Cada cien metros se encuentra un centinela, tan inmóvil como los guerreros de los bajorrelieves, con ¡a lanza en la mano y el casco en la cabeza, y todos ellos, obedeciendo la altanera orden que Cohuatl les da en español, se postran respetuosamente. Luego la bóveda va siendo más alta, las paredes se separan más; aparece otra rotonda, que es un cuerpo de guardia, en el cual se precipitan a coger sus armas treinta guerreros. -Como haya que pelear, no va a ser cosa de juego- -dice Roberto. Pero, ateniéndose a la orden recibida, Coh- uatl, más altanero, más imperativo cada vez, da una orden, y los treinta guerreros se echan al suelo. El teniente de navio piensa para sí que, a no ser por aquel importante prisionero, hubiera sido una empresa de insensatos la de acercarse a Fonseca. Ante los blancos aparece una puerta de bronce chapeada de oro. ¡La puerta del Señor -dice el sacerdote, con profundo respeto. En seguida, indicando una poterna baja, en la pared de la derecha, añade: -Esa es mi entrada personal a sus habitaciones. Síganme. El oficial, resuelto a dejarse guiar, pero también a acometer sin compasión al primer indicio de traición aue advierta, hace una seña y todos los blancos se agrupan en torno al mejicano, que oprime un resorte. Gira la hoja de ia puerta, deja ver un paso por el cual entran todos, y se cierra otra vez, con un ruido seco. ¡Cuidado! i Esío es una ratonera! -dice Bouillet desde la retaguardia. -i Sigue adelante! -contesta Madec- que yo voy haciéndole cosquillas a este mice entre la cuarta y la quinta costilla con mi puñal. Jouber impone silencio, y todos desembocan a una sala de aspecto completamente europeo, cuya vista arranca a Roberto esta exclamación: ¿Qué es esto? 2 Una oficina de Correos? Por lo menos, de telegrafía sin hilos- -rectifica Jouber, sorprendido también por lo inesperado de la transición. Es, efectivamente, una instalación de radiotelegrafía lo que se ofrece de pronto a las miradas de los prisioneros; pero una instalación del tipo más moderno, más per fecto. El oficial, enterado a fondo del manejo y de los perfeccionamientos de aquellos aparatos, declara: ¡Una instalación como he visto pocas t Ese motor de corriente continua, e. se transformador, ese alternador de frecuencia musical, son lo mejor que se conoce para las estaciones costeras más pnrentes. Pues, y el resonador! i Y ese amplificador!

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.