BLANCO Y NEGRO MADRID 10-11-1929 página 48

A C T U A L I D A D E S La semana humorística. MUSEO DE CORAZONES También se cita el corazón, o supuesto corazón, del delfin I uis XVII, que fué descubierto en un estercolero, abandonado con otros objetos procedentes del Rastro. Por cierto que, cuando se le ofrecieron a la (duquesa de Angulema, la buena señora N diario francés refiere que el superior de una Orden religfiosa ha dispuesto al morir que, con arreg- lo a las tradiciones de la comunidad, su corazón sea encerrado en una urna y conservado entre substancias aromáticas. Y el periódico francés, ya corazón adelante, hace con este motivo una minuciosa indagación acerca del paradero de unas cuantas visceras de gran circulación en su época, corazones más o menos históricos, que fueron embalsamados y conservados por espacio de muchos años. Aunque no desde la fabulosa noche de los tiempos, o, si se quiere, desde la infancia del general Weyler, que tanto monta- -y todavía jinetea- sino más acá, como decía un ilustre amigo, fué costumbre conservar el corazón de las personas más conspicuas en el mundo de las letras y de las armas, que no U i o J- en vano por el corazón se mide la nobleza, y lealtad del hombre. Y entre los corazones más o menos catalogados y fuera de concurso que se conservaron en uso muy decentito hay curiosos ejemplares. La colección no es muy numerosa, porque la mayor parte de los corazones de algún valor desaparecieron durante el furor revolucionario, no por su significación histórica, sino porque estaban guardados en estuches de oro y plata, y aprovechados ciudadanos los vendieron al peso con la mayor igualdad, libertad y fraternidad. Pero, vamos, de los que han quedado un poco curiositos, cita el periódico francés el de Lazarovosky, un polaco de la famosa jornada deil lO de agosto; los de Beauvais y Gasparín, y el de Murat, suspendido de la bóveda del Qub de los Franciscanos como un jamón, durante meses y meses, y relegado finalmente al último estante de un armario, del que desapareció al poco tiempo. hizo un gesto de repugnancia y no quiso aceptarlo, porque, aunque procediese del atildado delfín, despedía un olor nauseabundo de casquería. Es lástima que se conserven tan pocos ejemplares, porque un museo de corazones sería interesante. Y eso que, para las personas verdaderamente sensibles, acaso fuera un espectáculo poco agradable. i Qué diferencia, en cambio, si se pudiese organizar un museo de corazones de enamorados! Aparte el suave aroma de leyenda que emanaría de las vitrinas, serviría para conocer cómo tuvieron la preciosa viscera aquellos que dejaron al mundo la perfumada huella de un amor imperecedero... Y eso que organizar un museo de esa esDecie sentimental no sería cosa muy hacedera.