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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1929 página 56
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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1929 página 56

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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10 S P K C T A C U L o S UNA ESCENA DE LA MUJER EN LA L U X A anatemas con los ue alguna vez abomina de! cinematógrafo. Me sugiere estas meditaciones superficiales y fugacísimas un film alemán, del que sospecho que nadie tiene aún exacta referencia. Se llama este film La mujer en la Jjina, y es obra de ese magnífico Fritz Lang, al que debemos la realización de Metrópolis, obra que a mí me parece terminante y rotunda. Fritz Lang, que parece obstinado en un empeño permanente de sobreponerse a través de sí mismo, ha hallado, a mi juicio, magnífica ocasión de ello en esta película. El mundo inventado por él para darle a Metrópolis por capital visible es quizá menos rebelde frente a su creador que la Luna que acaba de acotar para la película nueva (le que se trata. En las fotografías que han llegado a mí, y que me complace mucho dar ahora a conocer, se descubren unos paisajes lunares que en realidad ponen una honda inquietud en el ánimo más sereno. Parece ser que en un terrible instante de la acción una muchacha se queda, en efecto, sola en la Luna. O peor que sola, que quien la acompaña no es sino un sabio. El ambiente creado por los paisajes crueles y hostiles que Fritz Lang sospecha en la Luna es capaz de producir toda alucinación, Pero Fritz Lang no es nada explícito cuando se trata de sorprenderle. Por mi parte sospecho que La mujer en la Luna, creada para producir emociones tenebrosas e inquietantes, ha de sobresaltarnos con el mismo escalofrío que produce Metrópolis en muchos momentos. Además, esta escenificación de la Luna es un gran testimonio en favor del cine sobre el teatro. La Luna en éste no es realizable sino en el cuadro de una revista o, cuando más, en una zarzuela. Quiere decirse que por ahora no puede ser teatralmente evocada más que con música, que es como se evocan los absurdos para hacer posible que los tolere el espectador. Esta influencia de la música sobre el público, estas captaciones y este modo preciso de lograr la tolerancia existen realmente. Lo que no existe aún es la posibilidad de transmitir a los espectadores la vibración de las tragedias de unos seres humanos puestos en la Luna. Y estas vibracione; las produce Fritz Lang en este film, cuya existencia acaba de descubrir un gran amigo mío que vive en Berlín desde hace muchos años. Mi amigo, c ue conoce mi desafecto por el cine, me ha querido convertir a su causa con las noticias que me envía de La mujer la Luna. En realidad, a mí lo único? que me importa de ello es ese gesto audaz de haber situado la emoción dramática en un satélite. Por mi parte no estoy seguro todavía de que el público, aun tratándose de un film, que no de una comedia, no eche de menos la música. Así como con Metrópolis hizo Fritz Lang el magnífico descubrimiento de Brígida Helm, en este otro film audaz de La mujer en la Lima va a aparecerse otra mujer extraordinaria. Llámase Gerda Maurus, y poi-

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