BLANCO Y NEGRO MADRID 06-10-1929 página 40
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página40
- Fecha de publicación06/10/1929
- ID0005129569
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LETRAS, ARTES, C I li N C I A S dad, en la que repercutía el soplo del aire que azotaba el bosque y el silbo de las aves nocturnas que buscaban sus nidos. El centauro aspiraba aquel aire fuerte y sentíase decidido, poderoso y ágil. De esta forma, arroJDado en la contemplación del crepúsculo, le sorprendió Thirsys un día. Thirsys, blanca y linda, illevaba como único adorno a su cuerpo desnudo una corona de flores, débil cerco para el rubio cabello, que caía, abundante, sobre los hombros y la espalda. Al advertirla, el centauro tuvo un movimiento de sorpresa y miedo; después, un poco más tranquilo, opuso a la sonrisa de ella una interrogación: ¿Quién eres? -Sov una ninfa, y me llamo Thirsys. ¿Ytú? -Yo no tengo nombre, y soy un centauro. -Un caballo, querrás decir. -No; un centauro. La ninfa concedió indiferente: Bueno. Y volvió a sonreír. ¿Sabes que eres muy bonita? -Lo sé. Me he mirado muchas veces en las aguas de los lagos. Pero tú también eres un caballo muy hermoso. i Un cabaíio, un caballo! Los centauros podemos hablar y podemos, obedeciendo al deseo de nuestro humano cerebro, recorrer, veloces, grandes distancias. ¡Qué bien! -aplaudió ella. -Los centauros somos mitad hombre y mitad caballo. ¿Me has comprendido? y era como una flecha lanzada hacia el sol poniente. Detúvose, ya de noche, cerca del bosque. -Yo vivo aquí- -dijo- Ven conmigo y te enseñaré mi gruta y las pieles que en eJla guardo. -Tengo miedo. Lie oído decir que en el bosque se esconden las fieras durante la noche. -Yo soy más fuerte que ellas y te defenderé. Ven conmigo. Serás mi esposa. Te daré mi gruta, mis pieles y mi hacha de piedra; yo te haré un lecho de flores y yo encenderé para ti una hoguera hecha con plantas aromáticas. ¿Y me llevarás sobre tu lomo, como hoy, cuando yo quiera? El centauro afirmó: -Sí. Te llevaré siempre. El centauro cumplió su promesa. Veíasele galopar día y noche, llevando a Thirsys montada sobre su lom. o. Pero el centauro no era feliz como antes, ni libre como los demás centkuros. Los desnudos pies de la ninfa y los pinchos que más tarde, con el pretexto de avivar la piel encallecida de la cabalgadura, colocóse ella en los talones, golpeándole los ijares en impaciente deseo o hincándose hasta hacerlos sangrar, recordábanle continuamente su obligación. ¡Más de prisa! ¡Más de prisa! ¡Corre! El centauro, sudorosa la piel y dolorido el cuerpo, galopaba incesantemente, sin que- -Sí. fuera freno capaz de detenerle el sol, el aire, Se alzó sobre la punta de sus pies. la lluvia o la nieve, y como si persiguiera, a- ¡Qué alto eres! -dijo- Me agradaría través de los campos y de las mont ñas, la. montar sobre tu lomo, y correr, correr por paz de otros tiempos. la llanura para decir a las garzas: No os El centauro se hizo viejo. Su humana caenvidio. Soy tan rápida como vosotras y subir hasta los picachos, siempre cubiertos beza recogió la nieve de los campos, y su de nieve, de las más altas montañas, para piel, antes tersa, copió el tronco de los contemplar el vuelo de las águilas v decir- árboles del bosque. las No os envidio. Soy tan rápida como Y ya no fueron suficientes para arranvosotras y correr por la playa, junto al carle de su andar lento ni los gritos de la mar, y por el prado, sintiendo cómo bajo tus ninfa ni los pinchos colocados en sus talocascos la tierra se estremece sonora y las nes: el centauro era viejo. flores mueren. Déjame montar sobre ti. Y un día Thirsys llegó a la gruta en- -Los centauros son libres. Si alguien nos donde el ceníauro estaba, acompañada de viera creería que eras mi dueña. -No. eso no; es que no te parezco boni- un hombre. El hombre observó al centauro ta, que no te gusto. ¡Thirsys no es bastante fijamente. -Me parece que he hecho un mal negobonita para montar sobre un centauro! cio- -gruñó. i Thirsys se morirá de pena! Thirsys, desde un rincón, sonreía. Y las lágrimas mojaron las mejillas de- -No has hecho un mal negocio- dijo- Thirsys. -Ño llores. El centauro no quiere verte Aún puede servirte para acarrear leña. No llorar. Sube y te llevaré hasta las más altas es nn caballo joven, pero aún es fuerte. El hombre ató al cuello del centauro una montañas y descenderemos hasta los más peligrosos abismos. Pero no llores. El cen- cuerda y tiró del extremo libre. Ya fuera de la gruta le detuvo la voz de la ninfa: ikuro no quiere verte llorar. -i Ah. se me olvidaba advertirte que el Quedaba atrás el viento luego de haber caballo tiene un defecto: dice que es un cenacariciado los sueltos cabellos de la ama- tauro, i Pero no hay que hacerle caso! zona. José Saníu iní. ¡Más de prisa! j Más de prisa! (DIBUJO DE LÓPEZ RUBIO) El centauro obedecía a la voz femenina