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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-07-1929 página 102
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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-07-1929 página 102

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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BRÍGIDA Y SU BODA dría que hacer más que imitar a las demás. Precisamente en aquel momento aparece Rosalinda, tranquila, serena... fresca como un capullo de rosa. ¿Le habrán dado colorete? A todo el mundo se le ocurre esta misma reflexión, y todos se ríen. Gaspar lleva amablemente a la niña junto a la temible t í a -i Mírela usted! Su color es tan natural como el de las flores. Vamos, decana de la familia, bese usted la primera a nuestro capullito. Sin pensar en que la madre, la tiíta, la madrina, la tía Emilia, que sueña con tener una hija como la mía, y hasta la muchacha, la han besado a escondidas, la tía Marta deposita un beso solemne sobre aquellas mejillas, que parecen pétalos de una flor. Y ahora, ¡a merendar! Fué una merienda muy agradable, muy animada. Dionisio, el padrino, recibió muchas felicitaciones, porque los dulces eran de la confitería de moda. Correspondió con modestia a los elogios, sin confesar que en su pobre bolsillo no hubiera podido hallar el dinero necesario para media docena de aquellas cajas tan bonitas, adornadas con cintas de seda blanca. Su severo papá, satisfecho de la conducta y del trabajo de su hijo, le concedió un crédito amplio. Y Dionisio, con traje nuevo, contentísimo, calzado, enguantado, peinado y perfumado de un modo impecable, parecía un padrino rico de pronto. Le sentaba muy bien el papel, se lo aseguro a ustedes. Me faltó poco para decirle: ¡N o te mires en todos los espejos! pero noté que la madrina, que estaba lindísima con su vestido de tela floreada, miraba a su compadre con mucha admiración. La burlona Brígida no se atrevió a ensombrecer el gozo juvenil de aquella parejita. Así, pues, el padrino siguió contemplando su imagen en el espejo, y la madrina contemplándole a él. ¡Qué pronto se mustian las rosas y la felicidad! Ya se han ido todos. Se queda la última Mercedes, y se arrodilla junto a la cuna. Rezó, lloró, y yo lloré con ella, comprendiendo que en aquel instante rompía las últimas ligaduras que pod an impedir que emprendiese el vuelo. No hablamos. Dirigió una mirada lenta a la sala, que no había de ver ya nunca. Yo contemplé su encantadora figura la seda de color de malva que la viste será substituida mañana por estameña negra sus hermosas trenzas doradas se esconderán bajo una toca; sus piernas, finas, moldeadas por las medias, de seda grises, y sus pies, calzados de charol, se cubrirán mañana con medias gruesas y ordinarias y con esos zapatos tan parecidos a los que usan los pobres. Mercedes besa una vez más la mano de Rosalinda, y dice con trémula voz: -Nena querida; tú consolarás ai tu madre. Se pone apresuradamente el elegante abrigo y el sombrerito color de malva, de señorita de buena sociedad, y se va sin volver la cara. Pero, ya lejos, oigo un sollozo semejante al de un niño. La puerta se cierra de golpe. ¡Se acabó! ¡Qué tristeza la del nunca m á s Rosalinda abre entonces sus azules ojos y mira a su papá y a su mamá, que están llorando; mueve a uno y otro lado su redonda cabecita sobre la almohada bordada; pía como un pajarito. Enmudecemos, i Qué bella es nuestra vocación de esposos! ¿Por qué prefirirá Mercedes la soledad del alma y las ingratas faenas del apostolado? Esposa y madre, hubiera dado hijos a la patria y a la religión. ¿Qué hará en el convento? Parece que Gaspar adivina mi intranquilo! pensamiento, un tanto rebelde, porque ciñe mis hombros con su brazo. Mercedes será madre de almas- -dice- Ha elegido la parte mejor. Ha ido hasta ei final del camino glorioso que se abre a. nte todos los cristianos el día de su bautizo. ¿Hemos de censurarlo? ¿Seremos cristianos a medias nada más? Acurrucada contra él, noto que asciende de mi alma el cántico solemne de la fe y de la esperanza cristianas. Recuerdo las promesas del bautismo: consagrarse a Dios para siempre. Yo lo prometí, como hoy lo ha prometido Rosalinda. ¿Por qué ha de extrañarme que Mercedes cumpla su promesa por completo? ¿Resultaré pagana esta noche al lado de un alma recién nacida y cristiana? ¡Eso no! En los ojos de mi hija hay sobra de luz y de gracia. Me someto, me callo; adoro la voluntad divina. Y poco a poco, lentamente, Rosalinda intenta y logra su primera sonrisa. Brígida y la Asunción. Vamos a instalarnos, Rosalinda mía. Y a sé cómo te gusta. Tienes gustos de rorro, ¡claro está I, pero muy exigentes. Al abrir los ojos necesitas tener a la vista un gran trozo de cielo y unas hojas que se muevan; hojas que tú intentarás alcanzar sin conseguirlo, porque las ramas están muy altas, y tus manecitas son muy torpes. Por estas razones te enfurruñas un poco, y luego te ríes mucho. Tus gorjeos contribuyen al concierto de los pajaritos... ¡Vaya! Ya tienes el coche en buen sitio. ¿Te gusta? ¿Estás contenta? Entonces, ¡a ser buena y a dejar en paz a mamá! Mamá tiene mucho que hacer, ¿sabes? No es lo bastante distinguida para pasarse los días bordando o leyendo novelas. ¡Nada de eso! Tiene que ziircir, que hacer calceta. La verdad es que aquí, en Los Zarzalillos, me miman mucho. La vieja doncella de mi mamá política pide como un favor que la dejen trabajar para la mujer del señorito Gaspar Y es cosa curiosa, al revolver en el bolso de tela floreada donde llevo la labor, suelto la carcajada: ¡todas las medias están zurcidas! Mi suegra y la pobre Justina han debido 5 e cogerlas a escondidas esta mañana, mientras yo bañaba a mi hijita, y se habrán entretenido en prepararme este chasco;

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