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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-06-1929 página 96
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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-06-1929 página 96

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LA MUJER Y LA CASA -No. Mi aspecto no debe ser el del exclamó por fin: Caballero, siento mucho hombre a quien ha ocurrido una desgracia, decírselo, pero me hace usted todo el efecpero sí alg- o profundamente desagradable. to de un paralítico progresivo j Me queYa sabe usted que hay cosas pequeñas que dé de una pieza! ¿Un paralítico, señorise soportan y se sobrellevan peor que las ta? murmuré. Sí, señor. Esa excesiva grandes desdichas... A mí acaba de ocu- presunción, esa egolatría y, sobre todo, el modo de adelantar la pierna derecha cuanrrirme una de esas pequeñas cosas... No será alguna exageración de las do anda, me hacen temer un caso posible de parálisis. Si quiere usted pasar a mi suyas. -No es una exageración. Va usted a consulta le pondré un régimen adecuado. ver. Pero permítame que antes beba un i Era una médica Durante todo el tiempo sorbo de agua... i A h! ¡Qué triste cosa en que yo vertía a su oído promesas arrecuando el agua sabe amarga! Amigo mío, batadoras, ella no hacía más que observarsabrá usted que hoy es mi primer día de me como un caso clínico, con una sonrisa de compasiva superioridad... ¡Fué terrible! vejez. En efecto. -No comorendo una palabra. -Pues no escarmenté. Es duro pensar- -Después de este primer día, todos los restantes se precipitan ya hacia el abismo que los tiempos han cambiado de esa masin fondo de la melancolía... Hoy he que- nera y que la mujer deje de ser la marídado en ridículo ante mí mismo por no posilla inconsciente que nosotros apresábamos o intentábamos apresar en las redes de saber ser discreto. nuestra oratoria conceptista. Después de- -Vamos, expliqúese usted. -Allá voy. No sé si usted sabe, amigo dos o tres días, en que me abstuve de semío, que mi diversión predilecta, desde que guir a ninguna muchacha y me dediqué a cumplí los veinte años, ha consistido en observar cuidadosamente la forma en que seguir a las muchachas bonitas. Esto, en echaba el pie derecho al andar, olvidé el mi época, no se llamaba flirteo. Era una incidente, y, ¡zas! vuelta a correr por esas especie de deporte, algo así como una de- calles a la persecución de beldades fugitirivación de la cacería al ojeo. Confieso que, vas... Hasta que, al fin, hoy... Qué ha ocurrido hoy? para mí, encerrar cuatro o cinco belle- -Déjeme beber otro sorbo de agua. Hoy zas todos los días me satisfacía profundamente. Hubo tarde bien aprovechada en me había yo levantado ligero y optimista, que logré saber el domicilio de siete de con el espíritu del color del buen tiempo. mis perseguidas. Un record, como dicen Llevaba una flor en la solapa y había esahora, i Ah! ¡Qué tiempos aquellos! La tado en la peluquería. Es indecible lo que mujer paseaba lentamente, recogiéndose la influye en el optimismo el detalle de corcola y lanzando miradas, entre tímidas y tarse el pelo y recibir una loción perfumamaliciosas, a través de las mallas de su ve- da. Me tropecé con una criatura adorable lillo. A veces, el siúveur tenaz lograba ver- en la calle de Sevilla... y emprendí la perle un poco el tobillo al subir a un coche secución. Ella, al principio, no se dio cueno al entrar en el portal de su casa... ¡Esto ta. Pero al cabo de unos instantes se apercibió de que era seguida, y ¡oh, amigo constituía el colmo del éxito! mío! emprendió el trote a un paso ligero, -Recuerdo perfectamente... -Pues bien, amigo mío. Todo esto se elástico, firme e incansable. Yo la seguía a acabó. ¿Cómo no me he dado cuenta an- duras penas. Por cerca de la Cibeles pensé tes? Se acabó completamente. Ya desde hace en renunciar a la caminata; pero, como si una larga temporada el seguir a una mucha- se diera cuenta de mi propósito, echó una cha era una empresa llena de dificultades. mirada de reojo, en la que había puesto tal La circulación, los taxis, la intervención in- dosis de ironía que, por espíritu de clase, oportunísima de los guardias de la porra me vi obligado a continuar la carrera. Porconvertían mi diversión favorita en un ejer- que aquello era una carrera desenfrenada. cicio complicado y lleno de obstáculos. Na- Subimos así hasta las puertas del Retiro, turalmente que estaba compensado con la y allí, nuevo desfallecimiento por mi parte prodigalidad con que el tobillo, la panto- V nueva mirada de ella... Total, ¡me ha rrilla y la mayor parte de las veces la ro- llevado a las Ventas, sin demostrar la medilla misma, se ofrecían a mis considera- nor fatiga! y asi hubiera continuado si yo, ciones... Pero debo decirle a usted que esta vencido, muerto de cansancio y de rubor, facilidad, junto con la otra dificultad, tras- no me hubiera desplomado en un banco, tornaban el orden de mis ideas y me des- dejándola correr sola hacia la Ciudad Liconcertaban un poco. Ya me hablan ocu- neal... Después he sabido que se entrerrido algunas anécdotas desagradables, que naba para sostener el campeonato en una yo procuraba olvidar, y con ellas el regusto carrera pedestre de no sé qué equipo feamargo que me dejaban, por ejemplo, la menino... Oh, la mujer moderna, amigo de un día en que, siguiendo a una mu- mío! i Qué cosa tan terrible es la mujer chacha encantadora, tuve la mala ocurren- moderna! cia de deslizar a su oído una de nuesMatilde Muñoz. tras viejas frases de galantería. La muchacha se detuvo en seco, me miró de (DIBUJO DE MÁXIMO R. 4. M 0 S) pies a cabeza, puso un gesto de alarma y

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