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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-06-1929 página 103
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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-06-1929 página 103

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página103
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B R Í G I D A Y SU BODA equipaje y, arrastrando la silla extensible, me meto en el cuarto de Micaela. Se ha echado en la cama; tiene las ventanas cerradas y está leyendo una novela moderna, cuyo título conozco, y en la cual, según me ha dicho Gaspar, se justifican todas las locuras. Micaela llora sobre las páginas de aquel estúpido libraco. En su cuarto no se puede respirar apenas, y, en cambio, afuera, resplandece el verano. ¿Estás ahí, Brígida? Dame la medicina: esa botella grande, con marbete encarnado. ¡Estoy tan nerviosa... ¡Esta medicina es bromuro! No has de tomar ni una gota. Oye bien la receta de la médica Brígida: necesitas aire y sol. Vas a bajar al jardín conmigo. Pondré esta butaca en un paseo delicioso donde huele a rosas y a ciruelas maduras. A las cuatro merendaremos. ¡Anda, levántate, Micaela; date prisa! Verás qué bien sé cuidar a los enfermos. Con gran sorpresa mía, Micaela me obedece- -no ha dejado de obedecerme desde entonces- y yo me hago la ilusión de que mi voluntad joven y sana influye sobre su cansada voluntad. Pobre Micaela! Me ha ¡ESTOY APENADA, HERMANA CLARA! confiado su secreto: Inconsolable al ver que se quedaba para vestir santos, entregó su corazón- -o se figuró que se lo entregaba- -a un individuo que flirteaba con cuatro mujeres al mismo tiempo, para elegir la más acaudalada. Por desgracia, no era Micaela la que más dinero tenía, pues sus padres, como otras muchas familias, sufren los efectos de la crisis monetaria. Micaela se convence de que le es forzoso renunciar al matrimonio, y se desespera. ¡Qué empeño más difícil el de demostrar a aquel corazón sediento de amor, que otros amores pueden hacer dichosa; y fecunda su vida! Carezco de experiencia, porque a mí no me dejaron tiempo para pensar en el matrimonio; pero me parece que mi actual sufrimiento me explica todas las penas. Todos los días, en el jardín de rectas avenidas, reanudo mi ciu- ación Deseo curar el alma, de Micaela, que ayer me dijo, muy triste: -Tú no puedes hablar, Brígida; tú has logrado la felicidad completa. (CONTINUARA BN EL NUMERO PRÓXIMO)

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